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15 consejos para viajar mejor por Brasil

Cuando, en noviembre de 2001, me subí a un avión de la desaparecida VASP para cubrir la distancia entre São Paulo e Iguazú, no imaginaba que ese viaje a un destino tan simbólico inauguraba un período tan extenso y fructífero de viajes por Brasil. En los últimos 15 años hemos visitado todas las regiones de Brasil y 19 de sus 27 estados. Para celebrar 15 años de aprendizaje viajando por Brasil queremos compartir hoy 15 consejos extraídos de esa larga experiencia recorriendo el país, por un lado, y respondiendo consultas de los lectores de este blog (¡ya hemos superado las 38.000!) por otro.

1. No aspires a conocerlo todo en un único viaje

No por repetido hasta la saciedad, este consejo deja de perder vigencia. Las consultas que respondemos casi a diario nos muestran que todavía hay gente que aspira a «absorber» Brasil en 20 días de viaje. Brasil es el del tamaño de Europa, con una interminable lista de lugares interesantes, muy distantes los unos de los otros. La distancia se hace todavía mayor en función de las a menudo precarias infraestructuras de transporte, público o privado. Por causa de su tamaño, Brasil también simultanea climas muy diferentes, por lo que en un mismo viaje se puede pasar de la nieve en las sierras del Sur al calor sofocante en la región amazónica, de una estación de lluvias al estiaje más brutal.

Si en quince años viajando por Brasil todavía nos quedan algunas lagunas importantes en el repertorio de destinos que conocemos, ¡imagínate lo que puedes conseguir en unos pocos días en el país!

2. La ventaja de establecer bases

Para un primerizo, elegir una o dos bases a partir de las cuales explorar parte de Brasil ofrece grandes beneficios, tanto desde el punto de vista del ahorro de tiempo, como del ahorro de dinero asociado a desplazamientos más cortos y menos costosos. Una base sería un único destino, en el que pasarías varios días, para a partir de él explorar otros destinos vecinos.

Brasil ofrece varias bases excelentes, como Río de Janeiro (excelente para conocer lugares como Arraial do Cabo, Ilha Grande o Paraty) o Salvador de Bahía (perfecto para explorar Morro de São Paulo, Boipeba, Praia do Forte, la Chapada Diamantina e incluso la costa sur del estado de Bahía).

A esas bases le puedes añadir salidas a otros destinos más distantes, en función de tu presupuesto y la duración de tu viaje, como las imperdibles cataratas de Iguazú o la paradisiaca Fernando de Noronha.

3. Elige bien la época

Si bien en líneas generales las grandes ciudades brasileñas se pueden conocer en cualquier época del año, las tornas cambian cuando hablamos de destinos de naturaleza o de playa. Equivocarse a la hora de elegir cuándo visitar Fernando de Noronha, los Lençóis Maranhenses o Florianópolis pueden ser errores costosos.

Igualmente costoso, desde el punto de vista presupuestario, puede ser elegir viajar por Brasil en fechas célebres por sus precios descontrolados, como es la semana entre Navidad y el fin de año, y casi todos los destinos de playa durante el carnaval.

En cuándo ir a Brasil, mes a mes, damos algunas orientaciones generales sobre los mejores destinos brasileños para cada mes del año. Consultad las fichas de destinos para saber la información específica para cada lugar de Brasil.

4. El autobús no siempre es mejor que el avión

Especialmente en las largas distancias, el autobús está lejos de ser una mejor opción que el avión. No se trata solo de que no se pueda comparar un vuelo de dos horas entre São Paulo y Fortaleza con un matador viaje de autobús de 52 horas. Es que, desde el punto de vista económico, el avión suele ser competitivo frente al autobús. Además del valor del billete, hay que tener en cuenta que, en el caso del autobús, en el precio del viaje hay que computar las comidas que será necesario realizar durante el mismo.

El consejo de DE VIAJE A BRASIL ha sido siempre el de comparar el precio del autobús con el del avión antes de tomar ninguna decisión de compra.

5. El coche puede valer la pena en las distancias cortas

Alquilar un coche para recorrer las ciudades brasileñas es, casi sin duda, una de las peores decisiones viajeras que se pueden tomar. Al gigantismo de las ciudades, la deficiente señalización y el costo de aparcar se une el nada despreciable factor de la inseguridad. Alquilar un coche para hacer trayectos de ida, en los que se retira el coche en un punto y se entrega en otro, es una buena idea sobre el papel pero va asociada con tarifas exorbitantes para devolver el coche en un punto diferente al de la retirada. Donde el coche puede resultar útil es en las distancias cortas, en exploraciones de regiones pequeñas mal servidas por el transporte público. Un coche puede ser una buena idea para recorrer la región de Porto Seguro, la Costa dos Alcatrazes en el estado de São Paulo, la Região dos Lagos em Río de Janeiro y muchos otros destinos brasileños.

6. Atención a los horarios del vuelo

Escribo este consejo pensando principalmente en los argentinos que visitan Brasil y que, seducidos por el bajo precio de un vuelo internacional, aterrizan en tierras brasileñas a primera hora de la madrugada, teniendo que pagar un caro transfer para salir del aeropuerto (vemos esta situación con frecuencia entre la gente que viaja a Búzios (vía el aeropuerto internacional de Río) o a Pipa (vía Natal). Antes de comprar el vuelo, analizad los costos asociados con una llegada de madrugada al aeropuerto de destino. Puede que un vuelo aparentemente más caro acabe resultando más económico al final del viaje si ofrece un horario menos hostil de llegada a Brasil.

7. Informáte sobre tu alojamiento antes de reservarlo

Un nuevo consejo extraído del archivo de las obviedades y que, sin embargo, a juzgar por las consultas que recibimos, merece figurar en muchos decálogos viajeros, tanto relacionados con Brasil como con cualquier otro lugar del mundo. El momento de averiguar todo sobre el alojamiento que os interesa es antes de realizar la reserva. «He reservado tal hotel, ¿está bien localizado?» es la clásica consulta que nos gustaría poder desterrar al olvido. Lee reseñas de otros viajeros en páginas como TripAdvisor y Booking, y consúltanos en las fichas de destinos del blog. Pero no reserves tu alojamiento a ciegas.

8. Esa gran amiga, la «pousada»

Las pousadas son un tipo de establecimiento hotelero muy típico de Brasil, principalmente fuera de las grandes ciudades. Allá donde no encontréis hoteles, la alternativa de alojamiento será una posada. Hay pousadas increíblemente sofisticadas y pousadas muy simples, pousadas muy caras y pousadas baratas. La denominación pousadas no hace referencia a la sofisticación del establecimiento. Al contrario que un hotel, una pousadas suele ser de pequeño tamaño. No encontraréis pousadas en grandes edificios. Puede estar radicada en una casa familiar, en una serie de chalés, cabañas, bungalows. Las pousadas más básicas ofrecen un abanico de servicios menor que el de un hotel. Pueden no tener piscina, gimnasio, instalaciones para que los niños se diviertan, y en muchos casos no sirven comidas fuera del desayuno.

Muchas pousadas exigen un depósito previo a la hora de realizar una reserva (en este texto encontrarás más aclaraciones sobre el asunto). ¡No te olvides de la importancia de reservar por adelantado en la temporada alta!

9. Comprueba las exigencias aduaneras

Entre las primeras comprobaciones que deben ser realizadas antes de viajar a un destino está descubrir cuáles son las exigencias de la inmigración y la aduana del país. Brasil tiene reglas diferentes en función de la nacionalidad de los pasajeros. Mientras que la entrada para argentinos, chilenos y otros ciudadanos del Mercosur es bastante sencilla, los turistas españoles se encuentran con algunas exigencias que inviabilizan los viajes improvisados por Brasil. En todos los casos, vale siempre la pena estar atentos a los productos con los que no se puede entrar a Brasil, para que no se produzca la tragedia de que os confisquen el dulce de leche o el jamón serrano.

Cuando leas a alguien relatando que «a mí no me pidieron nada en el control de inmigración» recuerda que esta afirmación no es más que el reflejo de que el control aduanero se realiza de forma aleatoria. La experiencia pasada de otros no te va a servir de justificativa si resultas ser el elegido. Cumple siempre las exigencias.

10. A vueltas con el dinero

La única moneda de curso legal en Brasil es el real, y conseguirla a un cambio ventajoso no es una tarea tan sencilla como ocurre en otros países del mundo. La mejor apuesta suelen ser las extracciones de dinero en los cajeros automáticos, preferentemente en lugares vigilados (como los aeropuertos) evitando el riesgo asociado con este tipo de operaciones. El segundo puerto seguro, antes que los burocráticos y lentos bancos, son las casas de cambio. En el centro de las ciudades siempre os ofrecerán una cotización mucho mejor que en el aeropuerto, por lo que deberéis evitar a toda costa cambiar dinero en este último.

El pago con tarjeta de crédito está generalizado en todo Brasil y tan solo deberéis prestar mucha atención para evitar el dolor de cabeza que supone que te clonen la tarjeta (la larga lista de lectores del blog que han sido víctimas de este delito atestigua que es un problema muy real)

11. Atención a la salud

Que Brasil no exija ningún tipo de vacuna a sus visitantes no significa que haya que pasar por alto una serie de riesgos a la salud que es conveniente conocer. Los más clásicos son el dengue y la fiebre amarilla, a los que se les ha sumado recientemente la amenaza del zika y del chikunguña. El repelente de insectos y la información son dos de las mejores herramientas en el combate a las amenazas a tu salud.

En Brasil conviven dos sistema de salud paralelos: el público, en general precario y desabastecido, y el privado, con algunos hospitales de punta. No viajes a Brasil sin un seguro de salud. Si tienes un problema serio, vas a querer que te atiendan en un hospital privado.

12. Ese asunto maldito: la seguridad personal

Brasil es hoy uno de los países más violentos del planeta. Los índices de asesinatos superan al de algunas zonas en guerra y aunque no conviene exagerar el riesgo que el país supone para el turista que lo visita, tampoco conviene minimizarlo. Las reglas más básicas incluyen no andar con mucho dinero y objetos de valor, redoblar los cuidados al salir por la noche y nunca resistirse a un asalto a mano armada.

Recordad, que alguien que fuera a Brasil «no sintiera la más mínima inseguridad» no significa nada. La mejor forma de garantizarse un viaje tranquilo a Brasil es pedir información local sobre la situación de la seguridad en cada destino que vayáis a visitar.

13. De compras

¿Qué vale la pena comprar en Brasil y qué no? En líneas generales, la prioridad en las compras debería ser la artesanía local y productos alimenticios típicos que no vas a encontrar en casa. La artesanía en Brasil adopta numerosas formas y colores, que cambian conforme uno se desplaza por la geografía brasileña. A pesar de la cada vez más generalizada presencia de las importaciones chinas, de paupérrima calidad, sigue siendo fácil encontrar productos elaborados localmente por manos artesanas llenas de talento.

Tan solo os pedimos que evitéis comprar productos extraídos del fondo del mar. Antes y después de tu excursión verás en muchos lugares de Brasil estrellas de mar, conchas, caballitos de mar. Han sido extraídos ilegalmente y de forma insostenible. No compres y además, explica por qué no lo haces. Pide a toda la gente que está viajando contigo que tampoco compre ese tipo de recuerdos.

Entre los productos que no vale la pena comprar en Brasil se encuentran los electrónicos, informáticos, de telefonía móvil y el equipamiento fotográfico, que son mucho más caros en Brasil que en la mayoría de países del planeta. ¡Brasil tiene el iPhone más caro del mundo!

14. ¡A la mesa!

Brasil es un festival para los sentidos, y en el lugar donde mejor se demuestra esta máxima es en la mesa. La variedad de comidas que se encuentran en Brasil es absolutamente abrumadora, desde el Amazonas al Nordeste, desde Minas Gerais al Rio Grande do Sul, pasando por sorprendentes estrellas invitadas como pueden ser las gastronomías japonesa y sirio-libanesa en São Paulo.

Olvídate de todos aquellos lugares que también puedes encontrar de vuelta en casa. Nada de McDonald’s o Starbucks. Sumérgete de lleno en la gastronomía brasileña.

15. Que los tópicos no sean la inspiración de vuestros viajes

«Recife, la Venecia brasileña», «Praia do Forte, la Polinesia brasileña», «Jericoacoara, elegida la playa más bonita del mundo» (en Jericoacoara os hablamos de la extraordinaria historia por detrás de esta pura falsedad), «Manaos, el paraíso amazónico», etc. Los mitos turísticos se crean con una facilidad envidiable y gozan de una larga vida que los hace incombustibles. Pero contienen la receta de la frustración, porque crean una imagen que muchas veces es muy distante de la realidad.

Para huir de los mitos, consultad fuentes de confianza, de gente que conoce Brasil, que escribe sobre lugares que ha visitado y que tiene un compromiso con sus lectores.

Tony | DE VIAJE A BRASIL

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Tony | DE VIAJE A BRASIL

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