Maragogi es un destino turístico relativamente popular en la costa nordeste de Brasil, en el estado de Alagoas. Como no lo hemos visitado, no existe ninguna ficha sobre él en el blog, pero sí que contamos con el relato de una colaboradora habitual en el blog, que nos contó como fue la excursión que hizo en el día a ese lugar en un día en Maragogi. A Kary no le gustó Maragogi. Ernesto, un bloguero amigo de De viaje a Brasil que vive en Olinda y ha visitado dos veces Maragogi estuvo de acuerdo con las apreciaciones de Kary (añadió: «no pretendo regresar»). Liliana, otra amiga y colaboradora del blog, compartió buena parte de las valoraciones negativas sobre Maragogi aunque le vio algunos puntos positivos. Casi un año después de haber publicado esta entrada, un lector que fue a Maragogi comenta a su vuelta:
Estimada Kary, estamos en porto en el hotel solar, y nos hemos guiado de muchos de tus consejos, fuimos a Maragogi hoy con la empresa Algarve por $ 60 incluido el catamaran, y con mi mujer coincidimos en todo lo que relataste, ya paso un año y siguen vendiendo comida y bebida sin control alguno, no se si es por la epoca,pero no habia mas de 300 personas, es una pena porque ese lugar es hermoso, con el agua totalntmee transparente, se vieron muy pocos peces, el centro de Maragogi deja muchisimo que desear y las playas tal cual relataste no son aptas para darse un baño,es la opinion con la mejor onda de dos viajeros que aman brasil.
En general, las valoraciones sobre Maragogi son negativas. Su principal atractivo, las Galés, piscinas naturales formadas por los arrecifes, son escenario de un grave crimen ambiental que parece nunca tener fin. Incluso quien intenta proyectar una imagen positiva de Maragogi reconoce que lo que ocurre en las Galés es intolerable.
Hasta aquí, una reunión de opiniones sobre un destino turístico. Nada novedoso. Solo que algunos miembros del sector turístico de Maragogi han formado una patrulla vecinal encargada de defender a Maragogi con uñas y dientes, guardia a la que no le tiembla el pulso a la hora de soltar a sus rottweiler para que despedacen sin piedad a los críticos del lugar. El escenario de esta cacería salvaje ha sido el foro en español de Trip Advisor (hago un inciso: qué pena que la moderación de Trip Advisor permita que gente que no entra en la descripción de «viajeros como tú» desvirtúe la marca, especialmente en un momento en el que Trip Advisor está sufriendo ataques por todas partes por la facilidad con la que los comentarios que publica se escapan de la categoría «viajeros como tú»).
Ni yo me libré de algún mordisco. Cuando reproduje un alerta de los medios de comunicación sobre los asaltos a furgonetas con turistas que estaban ocurriendo en la carretera que va de Maceió a Maragogi (varios argentinos habían sido víctimas de uno de ellos) uno de los perros guardianes de Maragogi me saltó encima acusándome de exagerar, diciendo que habían sido dos casos aislados ocurridos hace meses y que en São Paulo también había violencia. Qué pena – para él – que poco tiempo después nos desayunáramos con dos titulares de la prensa local demostrando que el que aquí os escribe estaba lejos de exagerar y que la situación estaba lejos de estar resuelta – y mucho menos de ser dos casos aislados – (Assaltos a turistas mudam a rotina na costa dos Corais, em Alagoas, Violência ameaça turismo em Alagoas. Com medo de ataques nas estradas, hoteleiros querem que turistas desembarquem no Recife). El riesgo de mentir y ocultar problemas tan graves como el de la seguridad es que, si se descubre tu mentira, pierdes automáticamente cualquier credibilidad que pudieras tener ante potenciales viajeros. Consejo: no niegues la realidad y sobre todo no señales los problemas de los otros. A mí que alguien de Maragogi me diga que en São Paulo también hay violencia me resulta bastante perturbador, porque no quiero salir de los problemas de un lugar que conozco para ir de vacaciones a otro lugar que me estás diciendo que tiene problemas parecidos.
En mi caso la sangre no llegó al río porque tengo una credibilidad lo suficientemente establecida como para tener que perder tiempo discutiendo con alguien que tiene una pousada en Maragogi y quiere a toda costa que las personas cambien su destino de vacaciones y elijan Maragogi. En el caso de nuestra colaboradora y amiga Kary la saña con la que se empleó la patrulla vecinal de Maragogi fue mucho más impactante. A Kary se le ocurrió contar en Trip Advisor lo mismo que relató en este blog. Que hizo una excursión de un día a Maragogi, que no le gustó, y que por tanto no se la recomendaba a nadie. Inmediatamente, abrieron la puerta para que salieran los rottweilers.
La primera crítica que se le hizo fue que cómo se atrevía a juzgar un destino habiendo estado en él solo un día, argumento ridículo donde los haya. No me parecería ético hacer creer a alguien que pasaste dos semanas en un lugar cuando solo estuviste unas horas, pero en el caso de Kary nunca hubo la más mínima duda, estaba describiendo su excursión de un día al lugar. ¿Existe algún mínimo de tiempo que tienes que pasar en un lugar para poder opinar sobre él? Le di un mordisco a la carne y me di cuenta inmediatamente que estaba incomible. ¿Me tengo que comer el filete entero – y cuatro o cinco más – para poder dar mi opinión? Si la primera noche en el hotel fue infernal, ¿tengo que alojarme un mes entero para poder abrir la boca? Yo he estado en destinos brasileños un par de horas y sé que nunca más voy a querer volver. Si estuviste ocho horas en un lugar, nada te impide que opines sobre esas ocho horas. Las personas son inteligentes y sabrán interpretar lo que cuentas.
A continuación, se le echó en cara que cómo hablaba de playas feas y sucias si las de su ciudad en Argentina no eran ningún primor. Siempre que veais un argumento de este tipo se os debe encender la señal de alarma. ¿Qué tendrá que ver Argentina con Maragogi? Si voy a una playa y me parece sucia, ¿no puedo decir nada por el hecho de vivir en São Paulo, ciudad sucia donde las haya? Ese argumento conlleva una aceptación explícita de la acusación, no es muy inteligente utilizarlo y demuestra una gran pobreza intelectual.
En sucesivas intervenciones en el foro la discusión ya degeneró en descalificaciones y ofensas personales, concluyendo con una maravillosa frase de un argentino de una agencia de viajes en Maragogi: «el pueblo, el comercio y el gobierno de Maragogi te agradecen que nunca más nos vuelvas a visitar». Gracias a una frase así, y sin haberlo visitado nunca, Maragogi ya entra en mi lista de lugares más antipáticos de Brasil. El resultado de esa defensa con uñas y dientes del destino no podría ser más contraproducente.
Cada uno promueve su destino turístico como quiere, pero se me ocurren algunas reflexiones:
Flaco favor hacen a Maragogi sus guardianes.
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