Hasta la fecha casi todo lo que hemos tratado en los Apuntes se refería a la fase previa a la realización de las fotografías – el «antes» -. Hoy vamos a hacer una incursión en el «durante», con algunos consejos prácticos sobre el momento en el que realizamos las fotos. A partir de ahora, iremos alternando el «antes», el «durante» y el «después».
Conforme vayáis creciendo como fotógrafos, vuestros intereses irán ampliándose, y de fotografiar a la familia y los compañeros de viaje pasaréis a interesaros por otras temáticas. Y un día querréis comenzar a realizar retratos de los anónimos que os encontráis a vuestro paso.
Fotografiar anónimos no es fácil. Hay fotógrafos que se desenvuelven con soltura y consiguen hacerlo sin muchos problemas. Hay otros para los que la barrera de la timidez resulta infranqueable. No hay dos fotógrafos que se aproximen a los sujetos fotografiados de la misma forma. Cada uno usa estrategias y criterios diferentes. Aquí os voy a contar cómo lo hago yo (y muchos otros fótografos).
PIDO PERMISO
Si la persona a la que voy a fotografiar va a ser el principal motivo de mi fotografía, siempre siempre siempre le pido permiso antes de apretar el disparador. La forma de comunicarse con la persona depende del contexto, de la edad, ¡del idioma! Normalmente los niños siempre están dispuestos a posar. Es tan simple como preguntar: ¿queréis que os haga una foto? En esta era de la fotografía digital, no hay ninguna excusa para, una vez hecha la foto, no mostrársela a la persona fotografiada. Siempre van a agradecer ese gesto. Si te piden que les mandes la foto una vez revelada, anota su dirección y asegúrate de que les mandas la foto, para que en el futuro otro fotógrafo no pague el precio del incumplimiento de tu promesa.
Debido a los tiempos en los que vivimos, si los niños están acompañados por sus padres, pido permiso a los padres también. En Guatemala lo de fotografiar niños, especialmente si son mayas, es bastante más complicado, pero esa es otra historia que no tiene nada ver con Brasil.
En vuestros viajes por Brasil descubriréis que la gran mayoría de la población, especialmente lejos de las grandes capitales, es de una simpatía y calor humano desbordante. Muchas veces podéis entablar conversación con ellos, saber más sobre lo que hacen, contarles sobre vuestra vida, para después de establecida esa empatía, pedir amablemente si les podéis hacer una foto. Los resultados son siempre muy satisfactorios, como en esta foto que le hice a O Pescador, nuestro barquero en los Lençóis Maranhenses.
En otros casos, la comunicación puede ser no verbal. Un simple gesto con la cámara, una sonrisa, y te ganas la pose, como en la siguiente foto que hice en el bumba-meu-boi en São Luís do Maranhão.
Estos apuntes continúan la próxima semana con Fotografiando Gente 2, donde hablaremos de cuándo no pedir permiso y de qué hacer cuando el permiso no te lo dan.
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