… la cordura salta por la ventana.
Para alguien que solo cree en las personas, independientemente de nacionalidad o color de la piel, la bestia que ha sido azuzada deliberadamente por los medios de comunicación brasileños (y la clase política también) da miedo. De repente, se ha transferido la responsabilidad por lo ocurrido en una aduana de un aeropuerto español a toda la población de ese país. Ayer di una vuelta por numerosos blogs brasileños, tanto de viajes como de otras materias, además de por los comentarios de medios de comunicación supuestamente «serios», y lo que vi me dio pena. No voy a decir que sienta miedo, porque soy consciente de que los medios de comunicación aprovechan el calor del momento para poner en la cabeza de las personas ideas que estas nunca jamás compartirían si realizaran un análisis frío y ponderado de la situación. Y sin embargo, ahí están. Gente con formación universitaria hablando de «defender el orgullo nacional» al referirse a las expulsiones de españoles en Salvador. Gente tachándonos a todos los españoles de racistas. Gente que defiende responder a los malos tratos con más malos tratos. El tono de las declaraciones recordaba muchísimo a la víspera del gran derby local del fútbol, parecía un fan del Madrid hablando del Barcelona, uno de Boca hablando de River, uno del Corinthians queriéndole abrir la cabeza al fan del Palmeiras.
Encuentro consuelo en las conversaciones que he tenido con varios amigos brasileños, muy queridos ellos, que independientemente de estar completamente de acuerdo o no en nuestro análisis de la situación, han mostrado su desagradable sorpresa ante la injusta generalización que se está cometiendo.
Muchos sabéis del trabajo que realizamos en este blog para mostrar al mundo las maravillas que Brasil ofrece. Yo no sé si el Ministerio de Turismo brasileño está ayudando a más españoles de lo que lo hacemos desde De Viaje a Brasil, pero no me cabe la menor duda de que en dedicación y voluntad de ayudar no nos ganan. También sabéis que, al no tener ningún compromiso con empresa o gobierno, tampoco nos mordemos la lengua a la hora de destacar todos los aspectos negativos de ese país tan complejo que es Brasil.
¿Qué quieren esos locos? ¿Que digamos a los españoles que cambien Brasil por cualquier otro país? ¿Quién gana con eso? ¿Por qué voy a pedirle a alguien que deje de conocer los increíbles Lençóis Maranhenses? ¿Por qué privar a cualquier turista del placer de conversar plácidamente con un nuevo amigo brasileño en torno a una cerveza y una playa? Siempre he mantenido – y lo dije de nuevo el otro día – que una de las características más destacadas de Brasil, en general, y de São Paulo, en particular, es esa abertura total y sin restricciones a los extranjeros. ¿Quieren que cambie de opinión?
Señores, ya va siendo hora de que distingamos entre las acciones de los gobiernos y las de los individuos. Y que sepamos exigir a cada uno la responsabilidad que les cabe. El gobierno español es responsable por garantizar un trato humano a las personas que van a ser deportadas del país. El gobierno brasileño es responsable por defender a sus ciudadanos ante cualquier violación de los derechos humanos que estos padezcan (tanto dentro como fuera de sus fronteras). Y los brasileños que viajan a Europa son responsables por informarse antes de qué documentos les van a exigir para entrar en el país. No transfiramos cualquiera de esas responsabilidades a toda una nación.