Nuestra amiga Simone, brasileña, acaba de volver de un viaje de seis días a Fernando de Noronha -¡suertuda ella!- y ha tenido la gentileza de escribir un relato de su viaje, que contiene información de radiante actualidad y muchos consejos prácticos que completan y actualizan los ya dados en este blog en la ficha de Fernando de Noronha. En mi relato: Fernando de Noronha contamos nuestro viaje a la isla en 2002. Ahora Simone confirma muchas de las cosas dichas hace 5 años y además trae algunos valiosísimos consejos.

Las novedades que nos cuenta Simone son:

– el buceo en la playa de Sueste , que antes era completamente libre, está ahora controlado por el Ibama (organismo público de conservación medioambiental). Hay unas boyas delimitando el área de corales, y los turistas no pueden entrar en ella sin la compañía de un guía. Hay que pagar R$25 por un buceo de 40 minutos (ella regateó y pagó R$20).

hay placas prohibiendo el acceso a pie entre la playa de Sancho y la de Porcos. Parece que el camino está en muy mal estado, presentando un grave peligro para el que lo transita.

Simone fue a Noronha en septiembre, que junto con octubre son los mejores meses para visitar la isla si lo que os va es el buceo con tubo. Las playas más bonitas de la isla tienen el mar como una balsa de aceite, mientras que en el otro lado, en las playas menos aptas para el buceo, el mar está agitado. Simone no hizo buceo con botella, y sin embargo de su relato deduciréis que casi no salió del agua. Sin querer despreciar lo que debe ser una maravillosa experiencia, el buceo con bombona, el relato de Simone confirma mi propia experiencia: una máscara y un tubo de bucear son todo lo que hace falta para entrar en la parte más bonita del paraíso.

Os dejo con su relato.

Fernando de Noronha – 17 al 22 de septiembre de 2007

Día 1

Salimos de casa, en São Paulo, el domingo a las 4:30 de la mañana para coger el vuelo de la VARIG a Noronha a las 6:45, con escala de 3 horas en Río de Janeiro (Galeão). Para el que sube al aeropuerto en coche, descubrimos un aparcamiento cerca de Guarulhos que cobra R$0,60 por hora, o R$ 14,40 por día para aquellos que viajan con la VARIG. Se llama Circus Parking y te llevan y te traen al aeropuerto. Para los que vivimos en la Zona Sur de São Paulo vale la pena, el taxi al aeropuerto cuesta 118,00 a la ida y la misma cantidad a la vuelta.

Después de Río el avión volvió a parar en Recife, llegamos a Noronha a las 4 de la tarde (atención, la hora en Noronha está una hora adelantada con respecto al horario de Brasilia). En el aeropuerto nos esperaba un coche de la pousada, nos registramos, tomamos una ducha (merecida) y fuimos a la playa de la Conceição para ver la puesta de sol – ¡una vista impresionante! -. Es la única playa de la isla que tiene algún tipo de infraestructura en la arena, un chiringuito muy majo, donde una señora simpática entró en contacto con Alexandre para que pudiéramos alquilar un buggy. Pagamos R$80 por día. En la pousada nos pedían R$150, que bajaban a R$130 si alquilábamos el buggy por lo menos dos días.

Hablando de pousada, nos alojamos en la Pousada Zé Maria, que está muy bien localizada, cerca de la playa de la Conceição, y con una vista bonita al Morro do Pico. Una pousada muy maja, con una infraestructura óptima: piscina, sauna, ofurô (que no funcionaba), un buen restaurante, un desayuno muy decente. ¡Pero los cuartos standard son pésimos! Muy pequeños y asfixiantes, había que dejar el aire acondicionado encendido todo el rato, y el que vive en São Paulo no está acostumbrado al aire acondicionado constante. En mi opinión, los R$500 que pagamos por día no valieron la pena. Para el que tiene dinero o busca confort, recomiendo los bungalows, son muy amplios y están en un punto más alto donde da un poco de viento.

Por la noche cenamos en la pousada, un pescado llamado meca, sin sabor, pero muy bien preparado. El plato era teóricamente para dos personas, pero era bien escasito (mi marido se quedó con hambre). Bebimos un vino chileno por el que pagamos un precio justo (R$34). La cena costó R$97, sin postre.

Día 2

El lunes nos levantamos tarde, a eso de las 8:30, y después fuimos a la Baía dos Golfinhos (delfines). Hay un camino muy bien marcado por el que se llega fácilmente al espectacular mirador. Ahí siempre hay un responsable, que cuando llegamos nosotros era Juliana, que presta prismáticos para que los turistas puedan observar los delfines. Ese día habían entrado en la bahía 153 delfines, y al día siguiente también pasaron por ahí dos ballenas yubarta. Desde ahí seguimos por el camino que lleva a la playa de Sancho, sin dudas la mejor playa de la isla y considerada la más bonita de Brasil, con lo que estoy plenamente de acuerdo.

El mar estaba como una balsa de aceite, buceamos hasta la extenuación, y cuando ya eran las 3 de la tarde fuimos la playa de Cacimba y comimos una barracuda, un pescado maravilloso asado en la hoja del platanero en el chiringuito de las gemelas – costó R$40. Normalmente, se puede llegar a la playa de Cacimba desde Sancho siguiendo la costa. Se pasa por la Baía dos Porcos y de ahí se llega a la Cacimba. Pero el acceso a ese camino de Sancho a Porcos está prohibido en estos momentos, a pesar de que hay mucha gente que no hace caso a las placas que lo indican. Conversamos con una pareja de italianos que vino por el camino ahora cerrado y nos contaron que está muy peligroso y que no vale la pena pasar por él.

Por la noche salimos a dar una vuelta. Fuimos a la Vila dos Remédios, en la que no había un alma, y acabamos comiendo un bocadillo en la plaza Flamboyant. De ahí fuimos a escuchar la conferencia del Ibama sobre los delfines rotadores – ¡muy buena!

Día 3

El tercer día, ya más descansados, nos levantamos antes, desayunamos, y nos fuimos a la playa de Cacimba y a la Bahía dos Porcos. Habíamos quedado con Emanuella y Antonio en la pousada a las 11:30 para ir juntos a la playa de Sueste y a la de Atalaia. Buceamos un poco en la bahía dos Porcos, que es increíble y a la que se llega muy fácilmente, y seguimos para encontrarnos con nuestros amigos italianos.

En la playa del Sueste buceamos pero no vimos gran cosa. Seguimos a la playa de Atalaia, que es preciosa, muy bien preservada, y que tiene un horario de visita, con un máximo de 100 personas por día. Poco antes del horario de abertura, que depende de la marea, se forma una larga fila de buggys esperando para entrar. El buceo en esta playa está controlado, y los visitantes no pueden ni pisar ni tocar el coral. Es bonito, pero hay demasiada gente buceando, y lo ideal es esperar a que salga la gran masa del agua.

De ahí seguimos a la playa do Leão y el Forte do Bom Jesus do Leão, además del Forte São Joaquim do Sueste. La playa es muy bonita, pero el mar está agitado. Es la playa escogida por el 80% de las tortugas que vienen a Noronha para desovar. El espectáculo de la desova ocurre entre enero y febrero. En marzo nacen y salen corriendo hacia el mar.

Después de visitar la playa del Leão y el Forte do Sueste (que en realidad ni existe), volvimos a la Bahía dos Porcos, pasando antes por la playa del Bode, vecina de la Cacimba. En los Porcos me encontré mi primera tortuga marina. Era preciosa, aunque bastante pequeña, tenía más o menos 40 cm y se estaba alimentado en la parte poco profunda de la playa. ¡Hice un montón de fotos!

Volvimos a la pousada, cenamos en la Crepería, que está en la esquina del hotel y prepara unas crepes deliciosas y bien rellenas (entre R$12 y R$20 dependiendo del relleno, que puede ser carne seca, queso, jamón, gambas, etc.) y fuimos a la conferencia del Ibama sobre las ballenas yubarta y las tortugas marinas.

Una cosa interesante de la que me di cuenta en la mayoría de los restaurantes es que casi no existen zumos naturales en la isla, todos son hechos con la pulpa congelada de la fruta.

Día 4

Nos levantamos temprano y después de desayunar fuimos a la playa del Porto de Santo Antônio. Paramos primero en un supermercado en la Vila do Trinta por donde pasábamos todos los días para comprar agua a R$1 – en cualquier otro lugar cuesta R$3 -. Después alquilamos un chaleco salvavidas por R$10 y nos dirigimos al famoso navío griego hundido en la entrada del puerto. Nada más ponernos a nadar ya vimos una tortuga alimentándose, grande y preciosa; siguiendo hacia el barco nos encontramos con una gran variedad de peces y rayas, de todos los tipos y colores imaginables. Los restos del barco están bastante destruidos, pero vale la pena, porque alrededor suyo hay muchos lugares en los que se alimentan los peces y las tortugas. Hay gente que contrata un guía para hacer este buceo, hay un barco que va a arrastrando a los turistas hasta el naufragio; no me parece necesario, el barco está a 60 metros de la arena, se puede ir nadando perfectamente, hasta mi marido que no sabe nadar llegó sin ningún problema. Como es un puerto, no hay olas, y con el chaleco no te tienes que preocupar por el cansancio. ¡Nos lo pasamos bomba en una hora y media en las aguas del puerto!

A continuación fuimos a la playa del Cachorro (perro) y, cómo no, había un perro corriendo de un lado a otro en la arena. No entramos en el agua, sacamos unas fotos, y continuamos hasta la Fortaleza de Nuestra Señora de los Remedios, que es genial. Desde ella se divisa un vista preciosa de dos lados de la isla (la Praia do Porto e Air France a un lado, y la Praia do Cachorro, Praia do Meio e Praia da Conceição hasta el Morro do Pico al otro lado). El fuerte está rodeado de cañones por todos los lados y está parcialmente en ruinas. Fue el paseo perfecto para descansar entre un buceo y otro.

Después de nuestro momento cultural, volvimos a la playa del Sueste, para mí la menos bella de la isla, pero que tiene el atractivo de las tortugas. En la esquina derecha de la playa se encuentra la mayor área de alimentación de tortugas de la isla. Esta tuvimos que pagar R$20 a un guía oficial, que nos llevó hasta 2 tortugas enormes, y nada más. Me parece que los buceos «en solitario» son más interesantes. En el caso específico de la playa de Sueste, si no contratábamos el guía no podíamos llegar cerca de los corales, donde está la mayor parte de los peces y tortugas.

Para cerrar el día, fuimos a bucear a la playa de Conceição, donde vimos el mayor banco de sardinas de todos los tiempos – miles de sardinas pasando a nuestros pies, además de rayas gigantes y otros miles de peces. Nos quedamos ahí dos horas y volvimos al hotel. Después de un buen baño y una siesta, subimos a la famosa cena de Zé Maria. El aire acondicionado no estaba funcionando, pero cuando volvimos de cenar ya lo habían arreglado.

Día 5 y 6

Después de recorrer toda la isla, reservamos el quinto día para la playa de Sancho, la que más nos gustó. Nos levantamos más tarde de lo normal, tomamos un estupendo desayuno, pasamos por el banco, y fuimos a conocer la pousada Maravilha (la más lujosa de la isla). Qué pena que no nos pudieron enseñar ningún bungalow. Visitamos la recepción, la piscina y el restaurante. De ahí fuimos a nuestro destino, donde buceamos bastante, de un lado a otro de esa playa fenomenal, limpia y transparente. Nos llevamos unos bocadillos para almorzar en la playa, y cuando fuimos a comer todos los mabuias -lagartijas inofensivas muy frecuentes en Noronha- de la isla aparecieron para acompañarnos. Me tuve que apartar de las piedras, aunque son inofensivos no me cabe la menor duda de que habrían acabado atacándome, ¡eran más de 40!

Hacia las 3:30 apareció un grupo que comentó que la puesta de sol más bonita de la isla se veía desde el Forte do Boldró. A las 4:30 dejamos Sancho y fuimos a verlo. Después de 4 días en la isla nos dimos cuenta que el sol se ponía religiosamente a las 6 todos los días. Hicimos fotos maravillosas, pero una nube en el último segundo no nos dejó ver el sol tocando el agua. Volvimos a la pousada y después de ducharnos fuimos a cenar al Bar do Cachorro. Comimos una pizza típica de jamón de parma, mozzarella, aceitunas y alcachofas. El dueño del lugar es un italiano casado con una local. Nos dijeron que a las 10 de la noche empezaba el forró (baile tradicional del nordeste), pero no nos quedamos para verlo. Fuimos al Projeto Tamar para escuchar otra conferencia sobre el Archipiélago de Fernando de Noronha.

El viernes, nuestro último día en la isla, fuimos al museo, al palacio, caminamos por la Vila da Conceição y aprovechamos los últimos momentos en la piscina de la pousada, que para algo pagamos R$500. Almorzamos en el restaurante Chica da Silva, cerca de la pousada, un menú reducido pero una comida muy buena. De ahí, al aeropuerto, con el corazón en un puño, pero renovados y llenos de buenos recuerdos.

ENTRADAS SOBRE NORONHA EN ESTE BLOG:

Mejor época para ir a Noronha
Fernando de Noronha en la encrucijada
Fotos de Brasil: playa de Sancho
Noticia: la Varig vuelve a volar a Noronha
Destinos: Fernando de Noronha

Tony | DE VIAJE A BRASIL

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