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Medio ambiente

Me imagino que en algún punto del globo debe haber un lugar que supere a Brasil, pero en el contexto latinoamericano me pregunto si existe un pueblo con menos conciencia medioambiental que el brasileño. En este aspecto, como en tantos otros, los brasileños se parecen mucho, pero demasiado, a los norteamericanos. ¿Calentamiento global? ¡Elucubraciones de los científicos para frenar el crecimiento económico! [ya había escrito este artículo cuando el actual presidente brasileño, héroe de mucho desinformado suelto en Europa, declaró ayer que uno de los obstáculos al crecimiento económico del país son las leyes medioambientales].

Hace cuatro años Brasil sufrió lo que entonces se llamó de apagão, un racionamiento de energía que obligaba a todos los consumidores a reducir su cuenta de electricidad en un porcentaje predeterminado; en el momento en el que se superaba ese límite, la electricidad era cortada hasta finales de ese mes. El apagão no se debió, claro está, a un intento del gobierno por suavizar los efectos del cambio climático, y si al colapso del sistema eléctrico brasileño motivado por unos meses de sequía extrema, y la precaria situación de la red eléctrica.

Pasó el apagão (los especialistas denuncian que volverá fuerza dentro de poquísimos años, dada la nula actuación del gobierno para resolver los problemas), y el consumo de energía se disparó de nuevo. Circulando por São Paulo esta semana por la noche, el día 22 de noviembre, y mirarara hacia donde mirara, solo veía lucecitas de Navidad por todas partes. En edificios, plazas, tiendas. Millares de kilowatios siendo consumidos alegremente. En nuestra urbanización han instalado salvajemente (¡clavándolas!) en las palmeras de la entrada más luces intermitentes. Ya sé que la iluminación navideña existe en todo el mundo. Pero en la mayoría de ciudades europeas que conozco se limita en líneas generales a unas cuantas calles iluminadas. Aquí no, el despilfarro y descontrol es generalizado, y los edificios residenciales se convierten en gigantescos árboles de Navidad.

Ya pasó la época en la que abría la boca para plantear alternativas. ¿No podríamos atrasar un poco la instalación de las luces de Navidad? Ya que todo el mundo quiere las lucecitas de marras, ¿no podríamos buscar opciones con un consumo eléctrico más bajo? Me miran como a un marciano. ¿Por qué? ¿Cuál es el problema? Brasil es el problema. Ayer subí a casa y me entristecí viendo los balcones de muchos vecinos donde durante toda la noche van a brillar las malditas luces de Navidad, cuando todavía falta un mes. El mismo cuidado que la mayoría de los brasileños toman con el consumo de electricidad se extiende al despilfarro de agua, al vertido de basuras en cualquier lugar (el 50% de la basura brasileña no es tratada), a la fe ciega en el coche como único medio de transporte posible, a la contaminación de los manantiales, tala de árboles, y un suma y sigue interminable. Se nos viene encima un planeta que no se lo desearía ni a mi peor enemigo.

Tony | DE VIAJE A BRASIL

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