El Rincón del viajero da la bienvenida hoy a nuestro amigo Ariel, de Buenos Aires, que estuvo recorriendo la costa norte del estado de Bahía y nos ha mandado sus impresiones en un excelente texto lleno además de informaciones prácticas. ¡Gracias, Ariel! Si quieres compartir datos de tu viaje con otros viajeros, escríbeme a la dirección de correo que aparece en la página de contacto del blog.
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COSTA DOS COQUEIROS
Mucha vegetación, extensas y bien preservadas playas, miles de cocoteros, una brisa agradable y un mar cálido y cambiante es lo que tiene para ofrecer el litoral norte del estado de Bahía. El siguiente texto corresponde a un viaje realizado a mediados de febrero a la zona conocida como Costa dos Coqueiros, con paradas en Praia do Forte, Imbassaí e Itacimirim.
PRAIA DO FORTE
Es, sin dudas, el principal destino del litoral norte bahiano y el punto de partida de la llamada Linha Verde, que corre paralela a la costa, aunque a varios kilómetros de distancia. Al llegar, generalmente en bus (R$ 7 desde el aeropuerto, a 50 kilómetros) o taxi (R$ 120, luego de que nos pidieran R$ 175 y R$ 150) lo primero que verán es la llamada Alameda do Sol, o avenida ACM. Allí se ubican, a lo largo de unas 8 o 9 cuadras, los principales comercios, restaurantes, bares, servicios y algunas de las posadas. Se trata de una peatonal muy bien cuidada, con mucha vegetación –que se agradece mucho a la siesta, cuando el sol pega duro-, que desemboca en una plaza junto a la iglesia local, la playa y una feria de artesanías.
El lugar es, sencillamente, encantador. A pesar de los cambios que sufrió con el tiempo –de ser una villa de pescadores a tener unas cuantas tiendas de joyas y restaurantes de cocina internacional-, sigue manteniendo un aire local. Se nota, por sobre todo, el esfuerzo en buscar un crecimiento organizado, lo más ecológico y armonioso posible. Así, el centro de la villa es limpio, cuidado, y en él se cruzan decenas de turistas con niños locales que juegan sin temores, como si la peatonal fuese un patio más de sus casas. Da gusto recorrerla una y otra vez, descubriendo cosas nuevas cada vez, mientras nos esquivan los bicitaxis que unen los extremos de la villa.
CLIMA: los que llegan desde Argentina o el sur del continente tendrán que adaptarse a una jornada “corta”, con un Sol que sale cerca de las 5 y que nos deja una noche cerrada minutos después de las 18, unas tres horas antes que hoy en día en Buenos Aires. Así, se impone ir temprano a la playa, para aprovechar al máximo. De todas formas, alcanza: ya a eso de las tres de la tarde uno busca refugio lejos de la arena y ruega para que el Sol deje de castigar. La brisa que llega en forma suave y constante desde el mar ayuda, y mucho. Lluvias: enero y febrero son buenos meses, con muy pocas precipitaciones (en nuestro caso, solo una tarde de lluvia sobre 13 jornadas completas).
HOSPEDAJE: una habitación doble en una posada bien ubicada –a mediados de febrero, todavía temporada alta- se puede conseguir por unos R$ 60 (sencilla, con desayuno, ventilador de techo y cable con unos pocos canales), pero el promedio está en la franja de los R$ 80-100 por noche. Nos alojamos en la simple, limpia y tranquila Pousada Bellas Artes por R$ 70, con tarifa reducida por estadía prolongada (normal, R$ 80). Si bien hay varias sobre la ACM, es recomendable ir a aquellas ubicadas en calles cercanas (Rua da Aurora, o Alameda da Lua), para escapar del ruido, pero sin dejar de estar en el centro (igual, mientras estén en la villa, estarán cerca de todo). Cuidado con las que quedan al principio de la peatonal, cerca del parador de taxis y del Bar de Souza (que concentra la música en vivo y la diversión durante las noches): pueden llegar a lamentarlo a la hora de dormir.
COMIDAS: sin dudas, uno de los puntos fuertes. Una veintena de restaurantes ofrecen platos de comida local e internacional, con precios para todos los bolsillos. En promedio, una cena para dos, con una cerveza o dos refrigerantes (bebidas gaseosas), cuesta unos R$ 40-50, con tasa de servicio incluida. Para cenar por menos: Manía de Comer (pizzas, todas, R$ 25; crepes desde R$ 9); o Bariloche, con excelentes hamburguesas (desde R$ 4) y una inmejorable ensalada homónima (R$ 16). Almuerzos al paso: Olivera delicatessen, a metros de la Praça dos Artistas, con sándwiches y salgados por R$ 1,50. Muchos lugares tienen música en vivo, con sonidos que luego llegan hasta la cuenta: en general, unos R$ 5 más (como en Bambú, con muy buena cocina). Los platos locales, como las famosas moquecas, son algo más caros, difícilmente por debajo de los R$ 45 para dos, lo que eleva el precio de una cena a R$ 60-65.
PLAYAS: con fuerte presencia de piedras, su uso se mueve de acuerdo a las mareas. Con la baja, aparecen las llamadas “piscinas naturales”, en las que se puede tomar un baño relajado. Para esto, es recomendable la llamada Praia do Lord, a unos mil metros a la izquierda del faro.
Para los que quieran hacer snorkel es altamente recomendable seguir unos 600 metros más hasta la famosa Papa Gente, con profundidades de hasta 5 metros. Es importante ir cuando la marea está realmente baja (si no consiguen la tabla, es cuando vean las olas rompiendo a unos 200 metros o más de la costa) y llevar (o alquilar, a R$ 10) snorkel con máscara. También se alquilan patas de rana a R$ 5 el par. Es realmente un placer nadar en el lugar, donde fácilmente se ven peces coloridos, erizos, langostas y corales que, como todos sabemos, no hay que tocar ni pisar. Por otra parte, los locales recomiendan nadar siempre pegados a los bordes de la “piscina” y no por el centro, ya que –afirman- hay corrientes internas que pueden ser peligrosas. Además, ante cualquier inconveniente, esto nos permitirá afirmarnos en las piedras y salir. Los que buscan hacer surf y bodyboard tendrán que ir a otras playas o meterse muchos metros mar adentro para poder tomar alguna ola medianamente digna.
En tanto, caminando en sentido sur, se puede llegar hasta la playa del Eco Resort. Aunque no tiene servicios –son todos para huéspedes y están fuera de la franja de arena-, vale la pena la caminata para bañarse en sus aguas tranquilas y en un fondo con pocas piedras.
En cuanto a los servicios, una diferencia con las playas del sur de Brasil (Florianópolis, Bombinhas) es que hay paradores organizados (barracas) y otros no tanto donde uno puede usar reposeras, sombrillas y cadeiras sin tener que pagar por ellas: basta con apenas consumir algo (lata de Coca-Cola, R$ 2; agua de coco, R$ 2; cerveza, R$ 3,50). Sin dudas, algo muy bueno para los que estamos acostumbrados a que nos cobren por todo en la playa.
IMBASSAÍ
Completamente distinta de Praia do Forte, pero no por ello menos agradable. Se trata de una pequeña villa ubicada a unos 10 kilómetros de Praia do Forte, en sentido norte. Se puede llegar con los buses Linha Verde (a R$ 1,90 por tramo, generalmente cada media hora) o en las vans que hacen el mismo trayecto (R$ 2). Casi todos los servicios los dejarán en la ruta, por lo que hay que caminar unos 10-15 minutos hasta llegar a la costa. Si quieren ir en taxi deberán pagar no menos de R$ 40-50.
El panorama en Imbassaí es bien diferente. Menos desarrollo, un verde mucho más salvaje, sagüis (pequeños monos típicos de la zona) saltando entre árboles y cables de electricidad, un río oscuro y de aguas cálidas que desemboca en el mar, que aquí tiene más oleaje y pocas piedras… En fin, un ambiente mucho más virgen, más popular y menos sofisticado que su vecina la del fuerte.
En la playa principal, a la que se llega tras cruzar un puente y una breve caminata, cada barraca ofrece servicios tanto de cara al mar como al río. Así, uno puede pasar un rato ubicado en una mesa con vista a las olas, tomar algo, y luego –ya con ganas de buscar reparo del viento y del sol- mover las cosas hasta una mesa con vista el río (preferido de los locales), comer algo ahí, y pagar todo en la misma cuenta. Los precios son similares a los de Praia do Forte. También se puede alquilar un kayak (R$ 8 la media hora) para recorrer las aguas.
En nuestra opinión, el lugar es bellísimo y vale la pena visitarlo más de una vez. Pero no lo podríamos tomar como lugar de estadía para más de dos días. La oferta de restaurantes, bares y comercios existe, pero es escasa. Y teniendo en cuenta que aquí la noche llega muy pronto –para nuestros relojes sureños-, se agradece largamente el menú nocturno ofrecido por Praia do Forte (tiendas, heladerías, música en vivo, etc.). Otro factor a tener en cuenta es el transporte: una vez que cae el Sol, comienza a escasear, sino a desaparecer, por lo que es más difícil llegar o salir de Imbassaí que de su vecina. De todas formas, depende de cada uno, y de si tienen o no auto.
ITACIMIRIM
Junto con Guarajuba, es otro de los puntos fuertes del litoral norte. En nuestro caso, llegamos hasta la Praia da Espera, que concentra buenos servicios frente a una pequeña bahía. A la izquierda, las olas son más aptas para surfear, mientras que a la derecha, con la marea baja, se forman piscinas naturales. Al fondo, se mantiene la constante: playas casi desiertas y cientos de cocoteros.
Una cuestión que vale la pena destacar es el acceso al lugar. Al igual que otras playas de la zona, los buses nos dejan en la ruta (BA-099, aquí Estrada do Coco) y el mar queda a un par de kilómetros, por lo que hay que tomar otro medio de transporte.
En el caso de Itacimirim, donde nos deja el bus no hay taxis, por lo que hay que subirse a una moto-taxi. A la ida, todo bien: éramos dos, tomamos dos motos y viajamos uno detrás del otro (R$ 2,50 cada uno). Pero a la vuelta, la cosa se complicó: no pasan dos motos juntas ni por casualidad, por lo que no quedaba otra que separarse. Así, una misma moto llevó a uno hasta la ruta, lo dejó, y luego volvió a buscar al otro. No es algo grave, pero puede que a muchos no les guste (¿qué pasa si uno se cae o hay un accidente? ¿El que se queda se entera varias horas más tarde? ¿Cómo maneja el que se llevó a mi novia/o- amiga/o?) Esto puede suceder a la hora de visitar otras playas, no solo las de Itacimirim (es más, en la entrada a Guarajuba, un lugar de muchos condominios, no vimos ni taxis ni motos).
** EXCURSIONES/PASEOS **
SALVADOR: es necesario tomarse un día entero, salir temprano y regresar ya de tarde-noche. El precio del bus hasta la rodoviaria es de casi R$ 8. De allí hay que tomar otro (R$ 1,70) hasta el puerto, a metros del Mercado Modelo. La jornada les alcanzará para visitar el Mercado, tomar el Elevador Lacerda y recorrer la ciudad alta, el Pelourinho y alguna que otra iglesia o centro cultural. La excursión “Pelourinho by night” (los martes, cuando toca Olodum) desde Praia do Forte cuesta desde R$ 200, ya sean dos o cuatro personas. Nosotros encontramos a la ciudad relativamente tranquila –no nos sentimos inseguros- y con vendedores mucho menos “pesados” de lo que nos habían dicho. Basta un “no, obrigado”, seguro pero cordial, para que la oferta quede atrás.
CASTELO GARCIA D’AVILA: ubicado en las afueras de Praia do Forte, es la primera gran edificación portuguesa en Brasil. Las opciones para llegar a él son subir a un tupi (pequeña moto-taxi, con asientos atrás) o a un buggy. Esto les costará alrededor de R$ 40, con una hora de espera, más los R$ 6 de entrada por persona al lugar. La otra posibilidad es rentar bicicletas (desde R$ 5 la hora), pero el calor a cualquier hora y el camino de tierra en subida lo hacen poco aconsejable. A nosotros, nos gustó más el corto paseo en buggy que el lugar en sí. No se pierde mucho con ir, pero tampoco esperen demasiado si no son muy fanáticos de las ruinas históricas.
PROJETO TAMAR: sin dudas, una de las grandes cartas de presentación de Praia do Forte. Aunque había depositadas en él pocas expectativas, nos resultó una visita más que agradable. Las tortugas marinas -verlas nadar, respirar- son grandes y hermosas. También hay tiburones y peces locales, más un estanque con especies “para tocar” (estrellas de mar, caracoles, etc.). La entrada cuesta R$ 8 para adultos. Consejo: ir de tarde, a eso de las 16, y prestar atención en la entrada (antes de comprar el ticket) al letrero que avisa si habrá o no, cerca de las 17, apertura de los nidos y lanzamiento de los filhotes (tortuguitas) al mar.
OTROS PRECIOS: paseo de todo el día hasta Mangue Seco, no menos de R$ 400 (2-4 pax, incluye buggy y barco), casi imposible ir por cuenta propia. Paseos en buggy a la reserva de Sapiranga, o playas de la zona (Arembepe, Guarajuba, Barra do Jacuípe y otras), entre R$ 50 y R$ 75 por persona. Excursión a Sapiranga, en cuatriciclos, R$ 90 por vehículo (hasta dos personas). El Hostel de Praia do Forte ofrece un combo con 4 actividades por R$ 60.
** RECOMENDACIONES Y EXPERIENCIAS VARIAS **
A la hora de preparar nuestro viaje, como muchos, investigamos, miramos mapas, planificamos un día aquí, otro allí. Bien: una vez en Praia do Forte, la situación fue distinta. Playas que en el mapa aparecían a 20 kilómetros, a las que uno puede pensar que llega fácil con un bus, ya que la ruta se ve cerca, terminaron resultando muy difíciles de acceder (si no tienen, como nosotros, mucho dinero para desparramar en taxis o tours).
En bus, se puede llegar fácil a Imbassaí, Salvador y Arembepe. También a Porto Sauípe, pero las playas no son muy buenas y el pueblo tiene muy poco para ofrecer. El resto –como Itacimirim o Guarajuba- está a varios kilómetros de la ruta y, como ya dijimos, hay que tomar una moto, si conseguimos. Las de más al norte (Barra do Itariri, Sitio do Conde, Subauma, etc.) son casi inaccesibles por vía bus, o llevaría gran parte del día ir y volver, así estén a menos de cien kilómetros. Además, la información es muy escasa: en Praia do Forte, durante nuestra visita, ni siquiera funcionaba el centro turístico oficial.
Así, los que tengan un presupuesto moderado, con poco para gastar en taxis y buggies, tendrán que mentalizarse en quedarse más tiempo en Praia do Forte e Imbassaí. Además, el calor fuera de la brisa de la playa invita a moverse más bien poco. Un programa razonable podría ser –para aquellos que tengan alrededor de dos semanas disponibles- repartir la estadía entre Praia do Forte y Morro de Sao Paulo, al sur de Salvador. El viaje desde la primera a la segunda, o viceversa, les consumirá una jornada.
Buses: desde el aeropuerto de Salvador a Praia do Forte, los servicios parten a las 10.15, 13, 15, 17 y 19 horas. El primero en sentido contrario sale a las 9.30. El valor es R$ 7, demora cerca de 1.15hs y es una buena forma de ahorrarse R$ 200 (entre la ida y la vuelta). En todo caso, informarse bien, ya que la gran mayoría de los Linha Verde que llegan a la rodoviaria de Salvador no ingresan al aeropuerto.
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