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Sobre las reseñas de alojamientos

Antes de seguir con las reseñas de alojamientos – mañana vuelvo a la carga con unas cuantas más – quería hacer una serie de aclaraciones a respecto de las mismas.

Está cada vez más difícil aceptar una opinión en, por ejemplo, Trip Advisor, sin armarse antes de una dosis monumental de escepticismo. La participación de partes interesadas en las reseñas (tanto para promocionar sus productos como para hundir a los de la competencia) está produciendo un ruido cada vez mayor en la comunicación. Recientemente, se han producido auténticas batallas campales en el foro de viajes de Lonely Planet en inglés entre diferentes agencias de viajes de la región del Pantanal y de Manaos. La moderación del foro no intervino causando, a mi juicio, un daño muy serio a la credibilidad del foro a corto y medio plazo (al que le interese el asunto, un equipo de una universidad de Texas publicó en febrero un estudio muy interesante sobre las reseñas escritas por los viajeros y su impacto en la planificación de los viajes; podéis descargar el PDF aquí).

Las reseñas que leéis en este blog hacen referencia a lugares en los que nos hemos hospedado durante nuestros viajes, y las publico con el único propósito de servir de orientación a viajeros que puedan tener el mismo destino en su itinerario. No nos une ningún vínculo con ninguno de los lugares en los que nos hospedamos. Pagamos todas nuestras cuentas. No conocemos a sus dueños ni ellos nos conocen a nosotros. No recibimos ningún tratamiento privilegiado diferente del que recibiría cualquier de los lectores si estuviera en nuestro lugar. Si nos dan un descuento, es porque están ofreciendo ese mismo descuento a otros huéspedes por las razones que sean (normalmente, por tratarse de temporada baja o de una estancia prolongada). Contamos la experiencia vivida por un viajero como vosotros, que no tiene ninguna relación profesional con el sector turístico. No vamos al alojamiento con el fin de escribir una reseña. Los que quieran leer otro tipo de reseñas más edulcoradas, escritas por encargo, saben perfectamente dónde encontrarlas.

Igualmente, quería destacar que hemos pasado por lo menos una noche (normalmente, más) en cada uno de los establecimientos que evaluamos. Solo durmiendo en un lugar se puede saber si la música de la calle no te deja dormir, si los mosquitos convierten la noche en un infierno, si el agua caliente tarda en salir, si el ruido del aire acondicionado se parece al de la turbina de un avión, si las paredes son tan finas que se puede escuchar a los vecinos en sus actividades nocturnas, qué tal es el desayuno. Para nosotros, el alojamiento es un medio, no un fin, y dormir en paz es quizás el criterio más importante que le pedimos al lugar que nos hospeda.

Veréis muchas reseñas de alojamientos escritas por gente que no ha pasado una única noche en ellos (esto es fácil de constatar en grandes guías, como la Lonely o la Rough Guide, aunque también se encuentra en obras de menor envergadura). Los autores entran, dan una vuelta por el lugar, conversan con los dueños, y salen evaluando aspectos del establecimiento que, si bien no dejan de ser interesantes (la decoración, la limpieza, la atención), no contienen algunos de los factores que, a nuestro juicio, determinan que la estancia en un lugar sea una experiencia más o menos satisfactoria.

Hemos podido constatar este fenómeno en nuestro viaje reciente. Elegimos hospedarnos en una pousada que en todas las guías que tenemos por aquí recibe estupendas evaluaciones. Y sí, la decoración de la pousada era muy bonita, y conseguimos entender cómo alguien que no se alojó en el lugar pueda hablar bien del mismo. Pero en esa pousada estuvimos lejos de encontrar la tranquilidad que buscábamos.

En cualquier caso, nos parece que la experiencia del que paga las cuentas del hotel o la pousada con el dinero ganado con el sudor de su frente nunca puede ser la misma que la del que va invitado al lugar, casi invariablemente para hablar bien del establecimiento. Son dos experiencias diametralmente diferentes. Y la sensación que tengo es que por detrás de la nueva internet de los viajes, la travel 2.0, hay una intención bastante explícita de reivindicar un modelo de información mucho más próximo a la experiencia real del viajero. Una ruptura con los moldes tradicionales de la información de revistas y folletos producidos por la propia industria. Lo que encontraréis en este blog es una modesta contribución a ese anhelo de información que dispensa los intermediarios interesados.

Tony | DE VIAJE A BRASIL

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