Los más lamineros -término muy usado en Aragón, con registro académico y todo, que significa goloso- que no se emocionen ante la visión del término portugués pastel (forma abreviada de pastel de feira). Se trata de una especie de empanadilla [empanada en buena parte de América Latina] de hojaldre, de forma rectangular, frita, y con diferentes rellenos (queso, tomate, carne, bacalao).
El antepasado del pastel es el rollito de primavera chino. Llegó a Brasil de manos de los inmigrantes japoneses que escapaban del país durante la Segunda Guerra Mundial. Para intentar pasar por chinos, y evitar la discriminación de la que eran víctimas los ciudadanos de países del Eje, se dedicaron a preparar recetas chinas con un toque japonés.
El pastel está fuertemente asociado con São Paulo, y es una comida muy popular que se encuentra en todos los mercados de alimentos al aire libre (las feiras, de ahí el nombre de pastel de feira). Lo tradicional es comer el pastel acompañado de caldo de cana -un zumo de caña de azúcar-. Algunos pasteles, como el de bacalao que se puede degustar en el Mercado Municipal de São Paulo, han alcanzado estatus de referencia obligada para el que pasa por la ciudad.
Nuestro pastel dulce se traduce al portugués por bolo o también doce. Si queréis saciar vuestra hambre de dulce, en vez de una pastelería, buscaréis una confeitaria. En las pastelarias , claro, se fríen los pastéis.