Muchos habréis leído ya la transcripción de la grabación de la caja negra del Airbús de la TAM con los últimos minutos de diálogos entre los pilotos antes del accidente. En La Nación tenéis la traducción al español porteño, y en Clarín un artículo bien informado al respecto. Volveré a citar a El País madrileño cuando alguien corrija las faltas de ortografía de su corresponsal (su artículo más reciente tiene 11, además de erratas y cositas como «a sorpresa» o «extravasaba»).
Cuando escuché ayer los detalles de la transcripción, la deformación profesional se puso a funcionar. Parece que la transcripción original de la caja negra fue hecha en Estados Unidos, del portugués al inglés. Los políticos de la comisión de investigación del parlamento brasileño – insisto, los políticos, ningún traductor – pasaron la transcripción del inglés al portugués. Lo que estáis leyendo en los medios de comunicación en castellano es la traducción al español de un texto que fue traducido del portugués al inglés, luego de vuelta al portugués, y de ahí al español. Hasta aquí, cosas de traductores y preocupación de lexicógrafo.
Pero es que hoy por la mañana en el telediario matutino de la Globo han abordado un problema crucial en la traducción. Parece que los políticos convirtieron un «It can’t!» [sic] del inglés en un «Não posso!» en portugués («¡no puedo!» en español). No se trata de una distinción irrelevante. Una traducción apuntaría un fallo mecánico, la otra abriría la posibilidad de un fallo manual. Por supuesto que la solución está en la grabación original, en portugués, que es el idioma hablado por los dos pilotos.
Esta historia del poder de la traducción encaja perfectamente en el contexto del feroz debate que está teniendo lugar en Brasil: el gobierno y sus aliados queriendo librarse de cualquier responsabilidad, la oposición queriendo poner toda la culpa en el gobierno. Que un día se sepa la verdad de lo que ocurrió es lo de menos. Por eso el asesor especial de Lula celebró vergonzosamente que la investigación apuntara a un fallo técnico o del piloto.
Sinceramente, no hay nada que celebrar en este Brasil que sea cae en pedazos.
Hace unos días ya dije lo que pensaba con respecto a la investigación del accidente. Error humano, error mecánico, evidentemente no sé lo que ocurrió. Pero lo que sí que sabemos sin lugar a dudas es que la pista de Congonhas -cuyo mantenimiento es responsabilidad de las autoridades- era un peligro. Los dos pilotos de la TAM sabían que estaban a punto de aterrizar en una pista ya de por sí complicada, y en condiciones que sin duda aumentaban el nivel de estrés de quien estaba a los mandos del aparato (sabían perfectamente que la pista estaba muy resbaladiza).
Fijaros, si no, lo que nos cuentan con detalle en el Blog de Josias de Souza: Doce pilotos reclamaron de la pista antes de la tragedia. En la entrada del blog podéis leer lo que otros pilotos que aterrizaron en esa pista horas antes de la tragedia escribieron sobre el estado de la misma y las medidas que las autoridades tomaron después de recibir esas reclamaciones. Os traduzco solo la entrada correspondiente a la queja de un piloto, el día anterior a la tragedia, y las medidas tomadas:
10h28 Piloto del vuelo TAM 3005 informa que la pista está «muy resbaladiza, con aquaplaning». Después de los relatos de varios pilotos, las autoridades piden una inspección de la pista. El empleado responsable de la inspección informa «ausencia de charcos o láminas de agua».
Que mania tienes a ElPais.Com, todo lo que dicen de Brasil te parece mal.
Pues mira tú, manía total y declarada, especialmente al indescriptible corresponsal que tienen en Río. Comenzando con la presentación (llevamos un mes en el que los artículos no tienen menos de diez faltas de ortografía cada uno). El País se ha convertido en el hazmerreír de los profesores de español. A lo mejor te parece que un periódico con pretensiones de seriedad se puede permitir descuidar por completo cositas tan básicas como la ortografía. A mí no me lo parece, y por eso lo critico. «dias», «trás», «tambien», «oido». No es serio. «Extravasar». Por favor.
Y donde la forma no es seria, poco se puede esperar del contenido. El corresponsal imprime una fortísima carga hagiográfica a todo lo que escribe sobre Brasil y su presidente, que se resume en un titular ya legendario: ‘Lula se declara dispuesto a «dar la vida» en defensa de los más pobres’. ¡Ja! Entre medio, historias inventadas, información ocultada, errores factuales. Y una actitud altanera de la redacción del periódico completamente infumable. Les mandas una nota diciendo que «silvido» en español es «silbido», y no te hacen ni puñetero caso. Les dices que no es «Iribirapurúa» y sí «Ibirapuera», y más de lo mismo. Podrían aprender de medios como la Folha de São Paulo, abiertos a la crítica, que responden a las correcciones con una velocidad prodigiosa y reconocen sus errores.
No me canso de recomendar otros periódicos como Clarín o La Nación que tienen corresponsales (Eleonora Gosman y Luis Esnal) infinitamente mejor preparados para informar sobre la actualidad brasileña.
Me da mucha rabia porque crecí y me eduqué leyendo El País, al que consideraba el mejor diario escrito en lengua española. Y ver en lo que se ha convertido ahora no me produce felicidad.