Es imposible recorrer Brasil y no toparse con los vaivenes de las cometas, el entretenimiento por excelencia de los niños y jóvenes en las zonas más carentes del país. Muchas de esas cometas son de fabricación casera, y surcan el espacio buscando otras cometas con las que batirse en duelo.
Las batallas de cometas son todo un arte. Hay que manejar la cometa de forma que pueda cortar la cuerda de la cometa rival y evitar a su vez que otra cometa aparezca de la nada y corte la cuerda propia.
El aspecto más siniestro de este aparentemente inofensivo entretenimiento se llama cerol, una mezcla de cola y trozos de cristal con la que se embadurna la cuerda de la cometa para convertirla en una auténtica navaja. El cerol, cuyo uso está prohibido, ha provocado ya innumerables accidentes. Sus principales víctimas son los motociclistas. Muchas veces, la cuerda de la cometa perdedora cae sobre una calle o una carretera, se queda enganchada en el tendido eléctrico, en cualquier otra parte, y se convierte en una trampa asesina. Muchos motociclistas han perdido la vida al tener la yugular cortada por una cuerda que no consiguieron ver a tiempo. Por eso, muchas motos van ahora equipadas con una especie de antena de metal en la frente, con una punta en curva y afilada, que sirve para cortar cualquier cuerda que aparezca en el camino y así salvar la vida del piloto.
Creo que debe existir una legislación que elimine de una vez por todas esta práctica asesina, y quien insista en usarla se debe castigar fuertemente. He visto algunos vídeos de personas que han muerto decapitadas por estas cuerdas y de otros que casi han muerto por el mismo motivo. Creo que es un entretenimiento de tipo criminal. No es justo que algunas personas mueran para que otros se entretengan, es nocivo. Hay que hacer algo al respecto. No sé si es solo en Brasil que se practique este «deporte asesino», pero creo que es terrible, es un atentado contra la seguridad de los demás y debe ser eliminado. A las personas que se dedican a divertirse de esta manera, les digo que debe haber otra manera para divertirse, que la busquen y no causando luto y dolor a personas que nada tienen que ver con semejante manera de diversión.
Pues sí, Nimia, lo de las cometas es una realidad trágica que no parece que vaya a cambiar nunca. La impunidad de los que usan cerol en las cometas es total. Nunca jamás he oído hablar de alguien que haya sido detenido o multado por esa práctica criminal.