Nada contra las buenas agencias de viajes y contra aquellos que deciden depositar en sus manos la elaboración de su viaje a Brasil. Absolutamente nada. Muchas hacen un trabajo tan digno como respetable. Pero la nueva exigencia de las autoridades brasileñas de presentar «documento comprobatorio de reserva (ya pagada) del hotel» (más información en nuevos requisitos de entrada a Brasil para los turistas españoles) es una carga de profundidad devastadora para el turista español independiente que se acerca a Brasil con la intención de pasar varias semanas recorriendo su geografía. A mí entender, dos explicaciones ayudan a sostener mi argumento:
Eximo aquí de responsabilidad por esta nueva exigencia a las autoridades de promoción turística de Brasil. Ellas son solo responsables por apostar exclusivamente en los turistas extranjeros que compran su viaje a una agencia de viajes («Para decidir mejor el destino brasileño de su preferencia, le recomendamos que vaya a su agente de viajes» todavía nos sigue diciendo en 2012 la web oficial de turismo de Brasil). Ignorancia supina donde las haya. Un viajero independiente que pasa 30 días recorriendo Brasil gasta más dinero (y lo distribuye mejor) que un español que compra un paquete a precios con hiperdescuentos con vuelo y hotel all-inclusive de una cadena hotelera extranjera en la costa norte de Bahía. Y el dinero que traen los turistas, mucho más que las personas, es el interés declarado de la Embratur. Por no decir que centrarse en el viajero que compra un paquete de agencia es darle la espalda a la realidad (hace un par de años nos contaban como el 70% de los turistas que visitan Río lo hacen por libre).
Un Brasil en estos momentos carísimo (algo que llena de preocupación a la Embratur) y las nuevas dificultades puestas al viajero español independiente presagian un papel cada vez más secundario de Brasil como destino turístico para los españoles (Ricardo Freire se preguntaba acertadamente no hace mucho si Brasil iba a ser también un Bric en el área de turismo y creo que los hechos nos van proporcionando día a día una respuesta muy clara). Se podrán enmascarar estas cifras con el ascenso de los viajes corporativos y con la llegada de turistas españoles que en realidad aterrizan en Brasil buscando trabajo, pero la realidad queda ahí. El turista español independiente en Brasil es una especie en vías de extinción.
[Mucha atención porque esta entrada no entra a juzgar los méritos de los nuevos requisitos exigidos de los turistas españoles que visitan Brasil. Únicamente analiza el impacto de una decisión política en la actividad turística.]
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