Acabamos de completar lo que humorísticamente bautizamos como nuestra «quincena salvaje», con dos viajes consecutivos a dos de los más importantes destinos de naturaleza de Brasil: la Amazonia y el Pantanal.
Viajamos primero a la selva amazónica, donde con base en Alter do Chão, estado de Pará, recorrimos la región de la Floresta Nacional do Tapajós.
Con un rápido descanso de dos días, volamos a continuación al Pantanal, más exactamente al Pantanal de Poconé, en el estado de Mato Grosso.
El resultado de estos dos viajes deben ser numerosas entradas en el blog durante meses venideros; textos en los que intentaremos hincarle el diente a dos destinos tan interesantes como complejos. Además de centenares de fotos de paisajes, gentes, flora y fauna.
De vuelta en casa, dos sentimientos opuestos nos invaden. Por un lado, la admiración por las bellezas contempladas durante las dos ùltimas semanas. Por otro lado, la tristeza que nos ha supuesto constantar las gigantescas amenazas que se ciernen sobre esos dos destinos. Que a nadie le quepa la menor duda, Brasil se llena la boca de declaraciones de amor al ecoturismo pero no está cuidando de sus joyas naturales (con algunas de sus acciones y omisiones las están poniendo en franco peligro) y casi todos los esfuerzos de conservación que hemos presenciado se deben a la iniciativa de organizaciones y particulares. En las próximas semanas apuntaremos caminos por los que nosotros los viajeros podemos contribuir con nuestro granito de arena.
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