La colaboración que pasa hoy por el Rincón del viajero del blog es de nuestro amigo Paco, que recorrió Brasil como parte de un viaje mayor por Sudamérica. Este texto fue publicado originalmente en su blog Paco in América. La versión que publicamos aquí contiene unas pocas modificaciones y una selección de las fotos de Paco. El que quiera ver más fotos puede echar un vistazo a su blog.
Gracias Paco, tu texto es divertidísimo y debe servir como alerta para que el que se dispone a recorrer la Chapada Diamantina sepa qué le espera.
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Lençóis es el punto de entrada principal del inmenso Parque Nacional da Chapada Diamantina, así llamado porque originariamente albergaba importantes minas de diamantes que desataron una auténtica fiebre prospectora en la región. La primera sorpresa, esta vez agradable, me la dió el autobus Real Expresso que te lleva allí: realmente cómodo. Asientos muy espaciosos y casi totalmente reclinables. Si todos los autobuses brasileños son como éste mi viaje va a ser considerablemente más cómodo de lo que esperaba. Sentando en ese autobús y viendo pasar el paisaje brasileño empecé a ser consciente de que mi viaje había empezado, de que tantos preparativos, búsquedas de trabajo etc quedaban atrás, desde este momento dejo de ser un informático, ni siquiera soy un turista, soy un VIAJERO. Y lo cierto es que recibí la conclusión con una sonrisa. En ese momento alcancé la certeza de que la decisión tomada fue la correcta, que era el momento de hacerlo y el lugar por donde hacerlo. El tiempo dirá cuánto me dura éste espíritu pero lo importante es que, a día de hoy, lo tengo.
Unas 6 horas despues llegábamos a nuestro destino y nos reuníamos con las chicas. Lençóis es un agradable pueblecito de pequeñas casas y calles empinadas apelotonadas alrededor de un río que, en la parte norte del pueblo forma unas piscinas naturales muy agradables para bañarse. El objetivo de este primer día era investigar los tours que las agencias ofrecían para recorrer el parque y ponernos de acuerdo todos acerca de lo que queríamos hacer. Al final decidimos optar por una excursión de tres días que atraviesa el parque visitando los principales puntos de interés.
Son alrededor de 12 kilómetros por día e incluye dos noches durmiendo en cuevas. Hay que hacerla con un guía de los varios que hay por allí dedicados a ello. Aparna, la chica india, resultó ser una negociadora cojonuda y nos acabo arreglando el tour por 45 reales al día (unos 16 euros). Normalmente sale en torno a los 70 al día pero a nuestro favor jugaba el ser un grupo de tamaño considerable. Luego, sin embargo, veríamos que el precio tenía truco…
El resto de día discurrió tranquilamente entre baños en el río y (por fin!) caipirinhas. La primera te sabe fuerte pero a partir de ahí entran solas, qué ricas! Es un combinado de cachaça, lima, azucar y mucho hielo picado. También existe una modalidad que lleva vodka (capiroska). Una cosa llevó a la otra y al final acabamos saliendo de farra por Lençois, obviando el hecho de que al día siguiente había que levantarse pronto y reventarse a andar. En todo caso la noche fue tranquilita, no había mucho ambiente en el pueblo aparte de unos músicos callejeros y doblamos bastante pronto. Había mucho cansancio acumulado y era mejor reservar fuerzas para el día siguiente (el tiempo demostraría lo sabia que fue esta decisión…).
Total, que a las 9 de la mañana nos reunimos con nuestro guía en la plaza del pueblo. Un tal Seind que apareció cargado de bolsas con la comida que necesitaríamos para la expedición. Primera sorpresa desagradable… “Seind tronco, no habíamos quedado en que ibas a traerte dos colegas para cargar todo eso?” Seind es brasileño pero posiblemente con antepasados suecos porque afirma no saber nada del tema. La comunicacion en portugués tampoco es muy fluida y al final acabamos teniendo que meter la comida como pudimos en nuestras mochilas y, como no cabía todo, cada uno tenía que cargar bolsas a mano. En aquel momento no le vimos mayor inconveniente pero a la que salíamos del pueblo nos llego otra guía que, para variar, hablaba inglés y nos dijo que lo que estábamos haciendo era una locura. Que el camino que había que hacer era de todo menos llano y cargando cosas en las manos iba a ser imposible. Momento tenso con Seind, la guía, nosotros, mal rollete… Al final se me ocurre la idea de conseguir otra mochila grande donde meter toda la mierda que tenemos que llevar y turnarnos para llevarla. La amable guía que ha salvado nuestro culo de guiris nos alquila una por 10 reales (3,5 euros). En fin, lo barato sale caro..
Solventado este pequeño asunto iniciamos la marcha y…. joder! Yo creia que estaba en una forma física aceptable pero va a ser que no. A lo mejor 12 km parece poco pero cuando hay que andarlos en ascensos por las montañas casi verticales se hacen durísimos. Y los descensos no son mucho más fáciles, saltando de roca en roca, a un pelo de partirte el tobillo cada dos por tres. El tema resulta ser duro, muy duro, cargados con toda esa comida y bajo un sol sofocante se nos hace eterno el día. La gente va petando y yo no soy una excepción. Seind corre como si le hubieran metido un petardo en el culo, debe ir aún rebotado por el rapapolvo que le echo la otra guía porque ni habla, sólo camina y camina, trepa y trepa. Y nosotros detrás. La recompensa a tanto sufrimiento llega en forma de lago natural con una cascada alucinante. Es difícil de describir la sensación que produce esa ducha natural después de la odisea que ha costado llegar a ella. Impagable…
Pero la felicidad dura poco, unos bocatas y para arriba de nuevo. El segundo tramo del día no tiene nada que envidiar en cuanto dureza al primero y de nuevo toca escalar jodidas montañas que parecen no terminar jamás. Mi estado al llegar al punto de acampada es lamentable: estoy quemado, tengo calambres por todo el cuerpo y una puta alergia me ha llenado brazos y piernas de ronchas. La cosa mejora tras un nuevo baño natural y una caipirinha que el bueno de Seind se ha dignado en preparar y me dispongo a disfrutar de un reparador sueño tirado en el suelo de la “cueva” (que no es realmente una cueva sino un saliente de roca). Empiezan los problemas: un puto grillo decide organizar un concierto a pocos metros de mi oreja. Está demasiado oscuro como para poder localizar al hijo del mal así que me desplazo a una posición más alejada. La roca no es exactamente cómoda pero consigo dormir hasta que… empieza a llover, y debe de llover de lado porque a no ser que me pegue como una lapa a la pared de piedra me calo. En fin, gran noche de mierda…
Me “despierto” (en realidad jamás llegué a dormirme en condiciones) muy temprano y con la sensación de que voy a petar nada más empezar la caminata de hoy. Sin embargo, a medida que vamos avanzando me voy dando cuenta de que no está tan mal la cosa, inexplicablemente mi cuerpo se ha recuperado de la paliza del día anterior y me siento muy bien físicamente, este segundo día me cuesta mucho menos y lo disfruto mucho más. Los paisajes son alucinantes, especialmente la base de la Cachoeira de Fumaça, el salto de agua de más altitud de Brasil, el agua cae desde tan alto que se evapora al hacerlo produciendo el efecto de ser humo en vez de agua. La marcha continúa, bebemos agua de los ríos, sudamos como un pederasta en una guardería, saltamos como monos por los troncos, nos caemos y nos golpeamos y bueno, en general, todas esas cosas que hacen que uno se pregunte que coño está haciendo allí y que tipo de broma es esa que le han vendido de la vida festiva brasileña. Acampamos de nuevo en una cueva y de nuevo nos llueve por la noche, debe ser costumbre por aquí. Pero esta vez estuve ágil y me había agenciado el sitio más resguardado. Sin embargo no todo el mundo tiene tanta suerte y los movimientos varios para esquivar el agua hacen que acabamos todos enlatados en el fondo de aquella caverna de mierda. Otra noche durmiendo en condiciones pésimas…
El tercer día vuelve a ser duro, un trekking devastador saltando de roca en roca. El objetivo es subir a lo alto de la cascada que habíamos visto el día anterior. Para ello hay que treparse el monte del Macaco en una ascensión bastante vertical que de nuevo pone a prueba las fuerzas del grupo. Sin embargo debemos estar bastante curtidos ya porque nadie parece llegar al estado lamentable del primer día. Se me ha pasado mencionar, por cierto, que al grupo se ha unido una pareja de brasileños que traen otro guía, David, por lo que ya somos una cantidad de gente respetable. En fin, que llegamos a la cima de la Cachoeira da Fumaça, gran espectáculo que mi problema con el vértigo no me permite apreciar en su plenitud. Quitando los jodidos mosquitos el sitio es bastante impresionante y hace que uno sienta que merece la pena haber llegado allí.
Ya sólo queda bajar a Capão, un pueblo situado a unas dos horas de marcha de la cima a la que tanto nos ha costado llegar. Esto se me hace rápido la verdad, en mi cabeza sólo hay una imagen ahora mismo, una cerveza helada que me llama insistentemente. Un par de horas y me puedo olvidar de ese agua amarillenta de río que he estado bebiendo tres días. Así que imprimo un ritmo infernal que sólo Vicky, la chica inglesa, es capaz de seguir. Bueno, aparte del segundo guía, David, que hace la mayor parte del recorrido corriendo. Espectacular porque es un descenso saltando de roca en roca en el que el menor fallo puede convertir tu tobillo en un despojo inservible. Afortunadamente nada de eso ocurre y, a las 2:40 PM, aproximadamente dos días y medio de infierno después de nuestra partida de Lençóis llegamos de nuevo a la civilización. Brindando con cerveza brasileña celebramos el fin de nuestra aventura en la Chapada Diamantina; se acabaron las caminatas. Nos espera una noche tranquila en Capão, una ducha! un afeitado! una comida caliente! una cama de verdad!
Lo mejor
Lo peor
Paco, maestro del desastre
El maravilloso reproductor de MP3 del que hablaba antes decidió suicidarse un dia arrojándose a un charco. Fueron dos días de silencio agónicos pero al tercero volvió a la vida! Parece funcionar bien de nuevo sin que le hayan quedado secuelas. Moraleja: Paco, retrasado, mantén la cremallera de tu bolso cerrada sobre todo si te vas a dedicar a dar saltos por ahí.
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