Redondeo en el cambio

El Banco Central de Brasil reconoció recientemente lo que cualquier persona que haya pasado dos meses en estas tierras sabe perfectamente: hay una escasez endémica de moneda en el país. Las razones son muy diversas. El banco alega que la costumbre de ahorrar monedas guardándolas en huchas tiene en gran parte la culpa.

Sean culpables o no los pobres cerditos, lo que es cierto es que un subproducto de esa falta de moneda es la irritante costumbre de nunca dar el cambio completo y siempre redondear la cantidad a favor del vendedor. Esta práctica es una constante en las relaciones comerciales, y en 9 de cada 10 ocasiones la balanza se inclina a favor del vendedor. ¿Lo que compras cuesta R$9,97 y pagas con un billete de R10,00? Te vas a quedar sin ningún cambio y con un vou ficar devendo…

Mientras que uno tiende a ser tolerante en el caso del comercio informal o de los pequeños establecimientos, no puede dejar de pensar cuál es el impacto global de esta práctica en el flujo de caja de las grandes superficies.

Una práctica todavía más irritante es la de reemplazar el cambio en moneda con el pago en especie (normalmente encarnada en un caramelo o un chicle). ¿La comida que acabas de realizar suma R$9,80 y pagas con un billete de R10,00? Te van a ofrecer dos chicles en lugar de los R$0,20 que te corresponden de cambio. Nótese que ésta no es una relación bidireccional: en ningún caso se aceptan chicles como pago por los servicios adquiridos.

P.S.: por supuesto que esta práctica existe en muchos otros lugares del mundo. Pero en mi experiencia personal reciente, en Brasil ocurre con una frecuencia que raya en lo escandaloso.