Además de aprender sobre la la regla de los tercios, en el primer día del curso básico de fotografía los alumnos aprenden también otra enseñanza básica: el mejor horario para fotografiar, del que vamos a hablar a continuación.
Uno de los factores más importantes en la fotografía es la luz. Las imágenes están compuestas por luz, y en las mejores fotografías ésta desempeña un papel tan importante como la composición. La luz cambia a lo largo del día (como se encargó de mostrarnos magistralmente hace mucho tiempo Monet). Al amanecer y al atardecer la luz es suave, con tonos anaranjados. A mediodía un sol fuerte nos ofrece una iluminación rotunda, llegando a ser agresiva. Las sombras que proyecta el sol son cortas y el contraste entre sombras y áreas iluminadas es muy grande. Cuando veáis una fotografía que tiene zonas muy bien iluminadas y zonas en la sombra en las que no se ven muchos detalles, podéis dar por seguro que fue hecha cuando el sol estaba bien alto.
Entre los fotógrafos profesionales se considera que hay dos horarios adecuados para fotografiar paisajes: las horas que rodean al amanecer y al atardecer, cuando el ángulo bajo de la luz del sol produce sombras largas y los colores y las texturas se ven acentuados. Para esos fotógrafos profesionales, cualquier horario comprendido entre el amanecer y el atardecer simplemente no sirve. Algunas revistas profesionales llegan al extremo de rechazar trabajos que no hayan sido realizados en esos horarios, independientemente de su calidad.
Es innegable que, por lo general, no hay nada que se compare con la luz del comienzo y el final del día. Y también es incuestionable que las fotos realizadas en torno al amanecer y al atardecer tienen unas cualidades únicas y muy especiales. Siempre que podáis, intentad fotografiar en esos horarios, que además os permiten realizar juegos de contraluces bastante difíciles en otros horarios del día.
Pero aquí es donde voy a ser un poco diferente. Está muy bien exigir de los fotógrafos profesionales que utilicen horarios determinados para realizar su trabajo. Al fin y al cabo, viajan a los destinos con el único propósito de fotografiar, es su profesión. Planean sus días en función de sus compromisos profesionales. Pero el resto de los mortales no viajamos así. Muchas veces no tenemos control sobre los horarios, no elegimos dónde vamos a estar y cuándo. Muchas veces pasamos por un lugar en un horario determinado y no tenemos la posibilidad de volver a él. O hacemos la foto en ese momento, o simplemente no lo hacemos.
Mi consejo es que, independientemente del horario del día en el que os encontréis, fotografiéis (fotografiad, fotografiad, fotografiad fue el consejo que di al comienzo de estos apuntes). Fotografiando en todos los horarios del día vais a comenzar a descubrir la importancia que tiene la luz, vais a daros cuenta de cómo el astro rey desempeña un papel muy importante en la calidad de las fotografías que realizáis. Y vais a entender también las limitaciones de ciertos horarios, como el del mediodía, a la hora de realizar cierto tipo de fotografías (como pueden ser los retratos). Igualmente, aprenderéis a sacarle el máximo partido a cada situación. El sol de justicia del mediodía es ideal para sacarle los colores -literalmente- a muchos lugares, como se aprecia en la siguiente foto (en la que podéis ver también las fuertes sombras, que no interfieren demasiado en la contemplación de la foto).
Completando el consejo anterior. Si estáis de vacaciones en el mismo lugar (no os estáis desplazando de un lugar a otro) y tenéis la posibilidad de elegir el horario en el que vais a salir a hacer fotos, intentad reservaros el comienzo y el final del día. A mediodía, almorzar, comeros un helado, dormir la siesta, descansar, divertiros. Y probad a hacer las fotos en esos dos momentos mágicos del día en los que la luz hace milagros.
Tony, tienes razón. Las fotos que mejor me han salido han sido hechas o muy temprano o cuando el sol baja.
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