Se acaba de cumplir el primer aniversario del accidente del boeing de la GOL sobre la Amazonia. Un año después, ninguna de las investigaciones ha llegado a su fin, y seguimos sin saber qué paso y por qué. Hay cuatro investigaciones en marcha, una de las Fuerzas Aéreas investigándose a sí misma, otra de la Policía, otra del Congreso y otra del Senado (nótese que estas dos investigaciones, a cargo de políticos, discurren paralelas, sin que una converse con la otra, entrevistando por separado a las mismas personas, repitiendo los mismos procedimientos).
La única medida tangible tomada en este año ha sido el arresto de los líderes de los controladores del tráfico aéreo, militares ellos. Nada más. Lula realizó sus habituales promesas vacías que el corresponsal lorito de un conocido diario madrileño casi elevó a la categoría de realizaciones. Pero nada de lo prometido ha salido del papel, y dudamos mucho que lo vaya a hacer.
La BBC Brasil publica hoy un artículo con declaraciones del Presidente de la Federación Internacional de Controladores del Tráfico Aéreo: ‘Novo acidente aéreo no Brasil é questão de tempo’, diz entidade internacional. Entresaco algunas frases de la entrevista:
La Fuerza Aérea Brasileña «gastó muchas energías en arrestar y perseguir a sus propios trabajadores. Y ninguna en corregir los fallos de su sistema».
Que la policía «esté investigando un accidente tan complejo como este es como ir al peluquero a comprar carne. No es serio. Es un ultraje».
«Si los fallos en el sistema son corregidos, podremos volar a Brasil. De lo contrario, no iremos. No es seguro ir en avión a Brasil. Es lo que recomiendo a todos mis amigos y familiares, que no vayan en avión a Brasil».
Al margen de que se trata de unas declaraciones un tanto alarmistas de una entidad corporativa (circular por las carreteras brasileñas es infinitamente más peligroso que volar y a nadie se le ocurre sugerir que no salgamos a la carretera), reproducen a la perfección la sensación que todos tenemos de que, dos accidentes después, absolutamente nada ha cambiado.
Lula anunció la desmilitarización de los controladores aéreos (el lorito reprodujo el anuncio). No se ha producido.
Lula anunció un nuevo aeropuerto para São Paulo (el lorito también lo repitió).
Parece que no solo no va a haber nuevo aeropuerto, nadie sabe cuándo van a comenzar las obras de la urgente reforma y ampliación del de Guarulhos.
El gobierno del estado de São Paulo, que ni una mísera línea de metro consigue construir, anunció un tren del centro de São Paulo a Guarulhos. No sabemos nada de él.
El gobierno de la nación anunció que no habría nuevos vuelos internacionales desde Guarulhos. Todos los días nos enteramos de nuevas rutas.
Se habían prohibido los vuelos chárter en Congonhas. La ministra de Turismo anuncia ahora que el gobierno está estudiando permitir los chárters durante el fin de semana.
Conforme las cenizas de los accidentes se enfrían, todo en este país vuelve a la normalidad, la normalidad de un lugar que tiene el extraño mérito de conseguir que las cosas vayan siempre a peor.
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