Esta es la segunda parte de una idea que comencé a publicar ayer (Adaptaciones: ya me he acostumbrado).
Pisé tierra brasileña por primera vez hace casi seis años y en ese plazo de tiempo todavía no he acostumbrado a…
- a lo que aquí llaman queso parmesão, un pésimo sucedáneo del original
- a que no se considere al pan como un elemento esencial, irrenunciable e imprescindible de cualquier comida
- a que se considere al arroz como un elemento esencial, irrenunciable e imprescindible en cualquier comida
- a que, por culpa de la violencia, los espacios públicos de las grandes ciudades no sean para el ocio sino únicamente lugares de paso
- a la indiferencia que les provoca a tantísimos brasileños la increíble fauna de su país
- al axé y el pagode
- al pestilente hedor que desprende esa gran cloaca a cielo abierto que es el río Pinheiros
- a que gran parte de la población tire la basura en cualquier lugar
- a que mis amigos en Europa me cuenten sobre las escapadas de fin de semana que hacen a precios de risa con las compañías aéreas low-cost de la región
- a no poder salir de casa con la cámara de fotos sin miedo
- a no ver la BBC
- al patrioterismo, a que haya que apoyar lo brasileño por el mero hecho de serlo, independientemente de sus méritos
- a la mentalidad sumisa de los más desfavorecidos
- a la mentalidad clasista de los más privilegiados
- a que todo el mundo se queje de la corrupción y al mismo tiempo casi todo el mundo cometa pequeños (y no tan pequeños) engaños a la mínima que surge la oportunidad
- a vivir en una casa con cerca eléctrica y circuito cerrado de televisión, y a sentirme inseguro a pesar de eso
- a los subtítulos de las películas extranjeras (las productoras imponen a los traductores una brutal purificación del lenguaje que desvirtúa forma y significado del texto original)
- a la entonación artifical y ridícula que usan los actores de doblaje. No me gusta el doblaje, pero reconozco que, por lo menos en España, los profesionales del ramo hacen un trabajo excelente. En Brasil, y con los ojos cerrados, a los dos segundos de escucha ya identificas un texto como doblado.
- a que a todo el mundo le parezca bien aguantar película de Chuck Norris todas las tardes pero que cuando aparece un pecho desnudo a las 9 de la noche se organice un escándalo
- a la ausencia total y absoluta de programas culturales en la televisión abierta
- a la idea de que el coche facilita la vida de las personas
- a la impunidad
- a que muchas personas por el mero hecho de tener un titulito universitario se crean una eminencia y exijan un tratamiento de respeto especial
- a respirar dosis concentradas de contaminación a diario
- a que las casas no tengan calefacción y el aislamiento térmico sea inexistente
- a oír decir a turistas desinformados que en Brasil «nunca hace frío»
- a las interminables huelgas salvajes en el sector público, que solo son posibles porque los huelguistas no tienen su salario descontado (en el sector privado ocurre como en cualquier otra parte del mundo, claro, el huelguista paga un precio por su movilización); las consecuencias de esas huelgas miserables las pagan siempre los sectores menos favorecidos de la población
- a los privilegios en materia de salarios y pensiones de los funcionarios del Estado
- a seguir leyendo en cierta prensa internacional desinformada que el actual presidente brasileño es un «héroe de los pobres»
- al caos aéreo
- a escuchar cómo se aceptan todas las desgracias en el nombre de un dios que debe ser bastante cruel
- a que a tantísimos lugares no llegue el transporte público
- al turismo sexual
- a la infumable clase política brasileña
- a Galvão Bueno
- a la violencia (la de los criminales, la policial y la del tráfico)
- a pensar que, al contrario de lo que se dice por ahí, este país no tiene futuro
- al poder que ejerce un producto de mediocre calidad como es la telenovela brasileña (a pesar de ser muy superiores a las venezolanas o mexicanas)
- a que muchas películas interesantes nunca sean exhibidas en el circuito comercial
- a que los jóvenes que despuntan en el fútbol brasileño nunca acaben el campeonato, al ser fichados antes por clubes europeos
- a los ciclistas que andan en medio del carril – ¡en dirección contraria!
- a los coches que andan con las luces apagadas por la noche
- a los coches que no paran en los semáforos en rojo, venga o no venga otro coche