Cada día una nueva sorpresa. El País del sábado suscribe al 100% la tesis publicada por la revista Veja el día anterior, en un artículo del diario madrileño titulado Un error humano causó la tragedia aérea de São Paulo, texto que contiene 9 faltas de ortografía y una redacción en el español peregrino de su corresponsal («las pistas, mayores y en mejores circunstancias, consintieron al piloto parar el avión…»; «la pista del aeropuerto de São Paulo, no deja margen para el error. Es el escenario idéntico para la tragedia»). Ya lo he preguntado antes, y lo vuelvo a preguntar ahora. ¿Nadie revisa las noticias del corresponsal brasileño de El País? Su Balas perdidas en Rio del domingo contiene 19 faltas de ortografía («Según la policia es dificil saber cuantas armas están escondidas en las favelas») además de algunas erratas («donde se incristó la bala»). Si la fuente no cuida de la forma, ¿qué credibilidad le podemos dar al contenido?
Ahora acusan a Airbus por el accidente, publica hoy Clarín (diario que ayer – como nos lo cuenta Jorge – también se hacía eco de la teoría de la Veja, pero con mucho mayor conocimiento del asunto y un espíritu bastante más crítico que el de El País). Está claro que no van a faltar teorías en los meses venideros. E intentos de transformar la investigación de las dos tragedias aéreas del último año en lo que en Brasil se conoce como pizza. Para los no familiarizados con un término del cotidiano brasileño, la pizza se cocina cuando al acabar una larga e interminable investigación sobre un asunto trascendental, no se encuentran culpables (por lo menos, vivos), y por lo tanto nadie acaba pagando por sus errores. La pizza es el plato nacional de la política brasileña.
Mientras tanto, hoy es el primer día de funcionamiento de Guarulhos después de la transferencia masiva de vuelos de Congonhas. No se puede afirmar que lo que ha ocurrido hoy se vaya a convertir en rutina, pero conociendo cómo funcionan las cosas por estos pagos, no me sorprendería lo más mínimo. El caso es que hoy por la mañana en Guarulhos no había dónde aparcar el coche (el aparcamiento estaba completamente abarrotado). Igualmente, no había suficientes taxis para atender la demanda de pasajeros, y eso que el descanso semanal de todos los taxistas fue suspendido.
Si Guarulhos se convierte en un infierno, toda la actividad económica de São Paulo se va a resentir, y si no, al tiempo. No hay ninguna solución que pueda ser implantada a corto plazo, y las de medio plazo tendrían que comenzar ya. Las repercusiones del accidente de Congonhas van mucho más allá de la atribución de responsabilidades por la tragedia.