Los aeropuertos brasileños volvieron a vivir ayer un día de caos, caos que continúa durante el día de hoy. En este caso, la responsabilidad principal de la crisis la tuvo una violenta tormenta que afectó principalmente al aeropuerto de Curitiba y a los de São Paulo. Numerosos vuelos sufrieron atrasos de hasta 19 horas. Otros fueron cancelados. Los pasajeros son abandonados en los aeropuertos por las compañías aéreas que ni ofrecen información ni se preocupan por garantizar el bienestar de sus clientes.
Mientras tanto, y para aumentar todavía más la preocupación de los que volamos en Brasil, la prensa divulgó ayer tres informes confidenciales de las Fuerzas Aéreas en los que se daban detalles de tres incidentes muy graves ocurridos en el espacio aéreo brasileño desde enero. En cada uno de los tres incidentes, dos aeronaves en vuelo pasaron muy cerca la una de la otra (lo que en inglés llaman de near miss). Situaciones similares a las del peor accidente aéreo brasileño ocurrido hace casi dos meses. La convocatoria urgente y con carácter inmediato de un concurso para contratar nuevos controladores aéreos, anunciada a bombo y platillo por el gobierno como una de las medidas destinadas a poner fin a la crisis de los controladores hace unas semanas, todavía no ha sido realizada. Para colmo de males, la prensa revela que el presupuesto del gobierno para inversiones en la seguridad del tráfico aéreo en 2007 es menor que el de 2006. Brasil no es un país serio.