[fuente: Folha de São Paulo, Estado de São Paulo, O Dia, O Globo, SP/TV]
Entramos en el séptimo día del más absoluto y total caos en los aeropuertos brasileños. Los pasajeros que están teniendo más suerte solo están teniendo que soportar retrasos de dos horas. Los que están teniendo menos, han llegado a esperar hasta 12 dentro de la sala de embarque. Y los que han tenido mucha mala suerte han visto su vuelo cancelado.
Las compañías aéras no están pagando llamadas telefónicas, comida u hoteles. Por no estar, no están dando ni información sobre los atrasos. Hoy ha habido agresiones entre pasajeros y empleados de las aerolíneas, y la policía ha tenido que intervenir en muchos aeropuertos.
Para los que no quieran leer mucho, la situación ha sido creada por la decisión de los controladores de tráfico aéreo brasileños de cumplir el reglamento de trabajo a rajatabla, lo que en el caso de una profesión en la que la seguridad es fundamental, no parece una decisión disparatada. Hasta hace una semana, los controladores no estaban haciendo los descansos establecidos por la ley, y estaban controlando simultáneamente a un número de aeronaves muy superior al autorizado por las normas internacionales. Al acabar tantas irregularidades, el tráfico aéreo brasileño se ha colapsado. Lo peor de todo es que no parece haber una solución a corto plazo: es poco probable que los controladores vuelvan a la situación anterior, en la que no cumplían el reglamento, y también es poco probable que el gobierno consiga contratar y formar nuevos controladores en poco tiempo.
Para los que queráis leer un poco más. La situación del tráfico aéreo es el vivo reflejo de un país en la quiebra financiera, y gobernado de forma negligente. La evidente falta de inversiones en el control del tráfico aéreo es resultado directo de un gran éxito del gobierno Lula. No estoy hablando del programa Bolsa Familia, y sí de ese programa masivo de transferencia de renta de los pobres para los más ricos llamado superávit fiscal. Cuando Lula llegó al poder, decidió ser más papista que el papa, y realizó un adelantamiento por la derecha a ese icono de los neoliberales que es Fernando Henrique Cardoso, aumentando el porcentaje del superávit fiscal, es decir, el dinero que el gobierno deja de gastar en educación, salud y otros gastos prioritarios para destinarlo al pago de los intereses de la deuda pública, en manos de unos poquísimos afortunados.
De los 286 millones de reales contemplados este año en el programa de seguridad de los vuelos, el gobierno solo había liberado hasta noviembre el 54%. El resto fue destinado a superávit fiscal. Un documento de 2003 ya alertaba que la falta de inversiones en el control del tráfico aéreo iba a producir un colapso como el que está ocurriendo hoy.
Todos los pasajeros que pasan por Brasil pagan, como parte de sus tasas de aeropuerto, una cantidad que teóricamente debería ser destinada a gastos con la seguridad del tráfico aéreo. El gobierno se ha estado apropiando de ese dinero, desviándolo para que contribuyera al superávit fiscal [no debe sorprender que cuando Lula habla de un impuesto sobre los viajes aéreos para acabar con el hambre en el mundo, mucha gente se ponga a temblar].
Para empeorar las cosas todavía más, el control del tráfico aéreo depende de los militares, y los controladores, tanto civiles como militares, están bajo el mando de las fuerzas armadas y sometidos a una disciplina castrense. Disciplina que ha hecho posible durante los últimos años que no se respetaran los descansos obligatorios y las más mínimas normas de seguridad.
Cuando el Boeing de la GOL se estrelló hace pocas semanas encima de la selva amazónica con un reactor particular, provocando el peor accidente de la aviación brasileña, el Ministro de Defensa se apresuró a eximir de cualquier responsabilidad a los controladores que estaban trabajando ese día. Toda la culpa habría sido, según la primera versión oficial, de los pilotos estadounidenses del reactor. La historia que va apareciendo poco a poco está pintando un retrato muy diferente de la seguridad en el sector aéreo brasileño.
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Gracias Caper por la informacion.
Estoy casi temblando porque nosotros salimos en 10 dias hacia Salvador de Bahia y no se como va a ir la cosa con el avion. Ya para empezar nos han cambiado la hora de salida desde Madrid. Además, queriamos dar la vuelta a Sur America y volver a Brasil por el amazonas, para acabar en Recife, y desde alli a Madrid, pero veo que la cosa está un poco mal...
que hacemos con el billete de vuelta? aun no lo tenemos, pero crees que es mejor que vayamos planteandonos volver desde otro pais?? ya me diras.
Gracias por todo!
La situación en estos momentos es tan caótica que cuesta imaginar que pueda durar mucho. Las autoridades le van a tener que dar una solución, de una forma o de otra. A ver si dentro de 10 días la cosa ha mejorado.