Ya estoy de vuelta, después de tres días en Paraty. Éste fue el primero de cuatro viajes que he hecho ya a Paraty en el que he encontrado la ciudad un poco más fea. Paradójicamente, por una buena razón: las calles de Paraty están patas arriba porque están enterrando los cables del tendido eléctrico que hasta ahora pasaban por encima afeando el paisaje como en todas las ciudades brasileñas. Con los cables enterrados, Paraty va a quedar todavía más bonito.
La parte negativa del viaje la pone Trindade, un pueblecito al lado de unas playas maravillosas que ha sufrido una explosión urbanística descontrolada y horrible. Donde antes había cuatro (literalmente) casas, ha surgido ahora un rosario interminable de construcciones espantosas (que incluyen hasta una iglesia evangélica). Unos apuestan por un turismo de calidad, otros por un turismo insostenible. Los resultados se verán a medio plazo.
Os dejo con una segunda instantánea tomada fracciones de segundos antes de recibir un espectacular baño de agua marina, en la playa do meio en Trindade.
