el sistema de clasificación hotelera de Brasil, un fracaso

Pousada do Rio Mutum, Mato Grosso

Brasil, un país con aspiraciones de convertirse en potencia turística mundial, no tenía un sistema de clasificación hotelera, de forma que cada establecimiento hotelero se atribuía las estrellas o clasificación que más le apetecía dejando que el viajero pagara las consecuencias de esta falta de sistematización, que facilitaba sobremanera el principio del «gato por liebre» en la contratación de alojamiento.

Una interesante iniciativa

Ahí llegó el Ministerio de Turismo y decidió con buen juicio que había que poner orden en el caos, y lanzó una iniciativa que definía criterios objetivos para la clasificación hotelera: nació el Sistema Brasileiro de Classificação de Meios de Hospedagem del que ya hablamos en DE VIAJE A BRASIL en nuevo sistema de clasificación hotelera en Brasil.

En el texto en el que analizábamos la nueva iniciativa dejé escrito, «si la iniciativa va a tener éxito o no, solo el tiempo lo dirá», no porque me sintiera ducho en las artes adivinatorias sino porque cualquiera que haya acompañado el desarrollo de Brasil en la última década sabe que aquello de que «del dicho al hecho» debe ser aplicado a cualquier anuncio institucional so pena de caer en un ufanismo irresponsable.

¿Ha funcionado la iniciativa?

Con la palabra, el Ministro de Turismo de Brasil:

Otro problema en esa área es la calificación de los hoteles, que en Brasil no está debidamente reglamentada, lo cual lleva a que haya establecimientos de cinco estrellas “que no llegarían a tres” en otros países, admitió.

Hace tres años, el Gobierno intentó poner orden y anunció un plan de recalificación hotelera basado en los estándares internacionales, pero no llegó a cuajar.

Vieira explicó que, por obstáculos que impone la legislación, la adhesión a ese plan “no era obligatoria” y el nivel de respuesta de los hoteles dispuestos a pasar por ese nuevo cribo “fue ridículo”.

Las declaraciones, recogidas en el turismo de Brasil no puede perder el partido del mundial, vienen acompañadas de más iniciativas peregrinas, como una campaña de divulgación en la que se le explicará a los turistas que vengan a Brasil durante el mundial (¡como si estos no llegaran ya con su alojamiento reservado!) que aquel el hotel que se anuncia como de cuatro estrellas en otro país del mundo en realidad solo tendría dos, pero que lo van a pagar a precio de cuatro estrellas porque en Brasil cada uno se pone las estrellas que más le apetecen.

El agujero es grande, muy profundo.

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