Leemos una nota (Parque Nacional do Iguaçu: menos onças e mais transgênicos) sobre un estudio que revela que los científicos ya no saben cuántos pumas quedan en el parque nacional de Iguazú -su número oscilaría entre 6 y 12 individuos-. A punto de desaparecer. Al mismo tiempo, el Consejo Consultivo del Parque Nacional do Iguaçu aprobó el cultivo de maíz modificado genéticamente a menos de 1,2 km del límite del Parque Nacional (hasta hace poco, el límite era de 10 kilómetros). Las deliberaciones fueron realizadas en secreto.
Si una fracción del dinero público y privado gastado para elegir a Iguazú como «nueva maravilla del mundo» se utilizara para garantizar su preservación tendríamos motivos para el optimismo. Tal y como están las cosas, es un retrato más de la incapacidad de preservar las maravillas naturales que Brasil tiene en abundancia. Las cataratas de Iguazú son, desde el punto de vista del turismo internacional, una de las joyas de la corona.
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