violencia contra turistas en Brasil: reflexiones








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El único propósito de la ristra de titulares que abre esta entrada es el de contextualizar algunas afirmaciones que voy a realizar. Los primeros titulares son todos de este año y la gran mayoría de los restantes son del último par de años. No ha habido que indagar demasiado en las hemerotecas virtuales.

1. Las percepciones son importantísimas para el individuo. La vasta mayoría de los turistas que visita Brasil construye su propia opinión en torno al problema de la violencia contra los turistas basándose en su experiencia personal. En líneas generales, como a la mayoría de los turistas que visitan Brasil no les sucede absolutamente nada, una buena mayoría de ellos vuelve a casa diciendo que el problema de la inseguridad es exagerado y que no hay diferencia entre Brasil y su lugar de origen. Cada uno es libre de pensar lo que quiera y de extraer sus propias conclusiones. Pasé dos años de mi vida estudiando in situ uno de los conflictos más violentos y duraderos de la Europa occidental y la impresión más indeleble que me dejó ese periodo de mi vida es la fuerza que tienen las percepciones en las construcciones mentales de los individuos y las comunidades.

2. Las percepciones proporcionan frágiles cimientos a la hora de enunciar teorías de validez universal. De forma cíclica me encuentro opiniones de viajeros que han pasado por Brasil y que, ante la ausencia de cualquier tipo de problemas en sus recorridos, enuncian premisas altamente problemáticas. «Viajé 10 veces a Brasil y nunca me pasó nada – no te preocupes, es segurísimo». Si bien la experiencia individual merece todo el respecto del mundo, la fragilidad del principio queda en evidencia cuando se compara con afirmaciones idénticas. Fijémonos, si no, en unas afirmaciones que podría realizar basadas en mi experiencia personal: «fue cinco veces a Buenos Aires, anduve de aquí para allá de día y de noche, y nunca jamás me pasó nada. Buenos Aires es segurísimo». «Paseé por la noche por algunas calles oscuras del centro de Chicago, no vi nada y no me pasó nada. Es segurísimo». «Nunca sufrí ningún accidente de tráfico en España (toquemos madera). Se conduce muy bien».

3. Las desgracias afectan a una proporción pequeña de la población. En cualquier país del mundo – exceptuando quizás aquellos padeciendo virulentas guerras – el número de personas afectadas por la violencia es muy pequeño. Los índices de homicidios se miden en docenas de personas por cada cien mil habitantes. En el caso de un turista, que pasa únicamente unos días en el destino, las probabilidades de padecer un incidente son todavía menores. Es esta casi insignificante probabilidad estadística que puede llegar a crear una falsa impresión de que no pasa nada. Además, la distribución geográfica del crimen no es igual en todo el país. Mientras hay destinos dentro de Brasil con una triste reputación por ser fuente permanente de dolores de cabeza para los turistas, hay muchos otros donde rara vez pasa nada.

Hay dos reacciones extremas al asunto entre los que tienen pensado venir a Brasil y los que ya lo han hecho.

  • los paranoicos temen Brasil y piensan que van a ser asaltados nada más poner pie fuera del aeropuerto. No, Brasil no es así. La inmensa mayoría de los turistas (ya sean nacionales o extranjeros) que pasan sus vacaciones aquí no sufren absolutamente ningún percance. Por lo tanto, no hay que ser paranoico. Tomando unos cuidados básicos, informándose bien de por dónde anda uno, es muy poco probable que seáis víctimas de la violencia.
  • para los relajados «Brasil no es más peligroso que cualquier otro país del mundo». La violencia contra los turistas es significativamente más importante que en la mayoría de los destinos turísticos del mundo. En Violencia y comparaciones inaceptables di algunas cifras que permiten contextualizar esta afirmación. La inseguridad es palpable en muchos destinos turísticos (en algunos los asaltos a turistas son crónicos, se repiten desde hace años sin que las autoridades resuelvan el problema) y el hecho de que a la mayoría de las personas no les pase nada se debe a la probabilidad estadística y no a una situación de falsa seguridad. Se compara una estancia de pocos días en el extranjero con décadas de vida en una misma ciudad. Ni paranoia ni bajar las defensas. En Brasil es necesario tomar unas precauciones que yo ciertamente no tomo en la mayoría de los destinos que visito fuera de Brasil.

Aprovecho aquí para reproducir actualizados los consejos que ya diera hace mucho tiempo en la entrada seguridad:

  • preguntad, allí donde os alojéis, cuál es la situación de la seguridad en la zona en la que os encontráis. En general, los lugareños siempre os van a dar una versión de la situación que va a pecar siempre por la prudencia.
  • no os obsesionéis con intentar no parecer un turista. Primero, no lo vais a conseguir; segundo, la violencia en Brasil no discrimina entre turistas y nativos.
  • en las grandes ciudades (Río, Recife, Salvador, Fortaleza, São Paulo) tomad como mínimo las mismas precauciones que tomarías en zonas complicadas de Buenos Aires, Madrid o Londres.
  • andad siempre con una fotocopia del pasaporte para no perder el original en caso de robo (el original se puede quedar dentro de la maleta, si el alojamiento os inspira confianza).
  • llevad siempre un poco de dinero para poder dárselo al atracador en el caso no deseable de que seáis víctimas de un atraco.
  • nunca, nunca, nunca os resistáis a un atraco. Al contrario que en otros países del mundo, en Brasil los atracadores casi siempre andan armados y usan las pistolas con enorme facilidad.
  • el hecho de que el atracador sea menor de edad no significa que no vaya armado y no esté dispuesto a apretar el gatillo.
  • tomad mucho cuidado a la hora de usar los cajeros automáticos. Hacedlo preferiblemente en lugares con mucho movimiento (centro comercial, aeropuerto) en horas diurnas.
  • no andéis exhibiendo ni vuestras cámaras digitales ni vuestros teléfonos móviles.
  • si vais a entrar a una favela, hacedlo acompañados de alguien del lugar. Si no, podéis tener problemas con la gente del lugar o con la policía (los blancos solo entran a la favela a comprar drogas).
  • en la playa, os parezca seguro el lugar o no, haya gente o esté desierta, nunca dejéis nada de valor en la arena mientras os bañáis.

Lo he repetido un millón de veces y lo vuelvo a hacer ahora. Mejor pecar por exceso de prudencia y volver a casa encantado que pecar por defecto y sufrir un disgusto.

¿Brasil es un país violento? Lo es.

¿Esa violencia acaba salpicando a los turistas? Lo hace.

¿El número de turistas víctimas del crimen en Brasil es proporcionalmente mayor que en muchos otros destinos turísticos del mundo? Lo es.

¿El número de turistas víctimas de la violencia es estadísticamente muy pequeño cuando se compara con el total que visita Brasil? Lo es.

Tony, ¿dejarías de viajar a Brasil por causa de la violencia? Si tuviera claro que quería conocer Brasil, no, no dejaría de visitarlo por culpa de la violencia (me informaría bien y andaría con precaución, a sabiendas de que a la mayoría de los turistas no les pasa nada). Ahora bien, si no supiera si pasar las vacaciones en Brasil o en otro destino, la inseguridad pesaría como un factor negativo en contra de Brasil a la hora de tomar mi decisión.

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