Aunque pueda parecer una ilusión óptica, las imágenes no engañan: docenas de edificios de viviendas en la primera línea de playa de la ciudad de Santos están inclinados. Combinen un suelo inestable con la negligencia de unas constructoras que no hicieron los cálculos correctamente y utilizaron materiales de ínfima calidad, y acabarán con cerca de un centenar de edificios cuya inclinación, en algunos casos, es mayor que la de la Torre de Pisa. De hecho, varios especialistas italianos que participaron en los trabajos para garantizar la estabilidad de la Torre de Pisa estuvieron en Santos analizando la seguridad de los edificios.
Los apartamentos están habitados, y los ingenieros especializados en estructuras aseguran que los edificios no se van a hundir. Yo desde luego no pasaría una noche en uno de esos apartamentos.
Hay una leyenda urbana en Santos que dice que, de hundirse un edificio, provocaría un efecto dominó derribando un edificio tras otro y cambiando por completo el paisaje de la primera línea de playa. Los especialistas niegan que tal catástrofe se pueda producir, porque los edificios siempre se derrumban verticalmente.
En el Blog de São Paulo, donde respondo las consultas sobre Santos, le he dedicado unas cuantas entradas a la ciudad.