Cámara en manos, nos disponemos a sacar una foto. Aquí va un consejo vital: evitad que el motivo principal de vuestra fotografía (y toda fotografía tiene que tenerlo) esté situado en el centro de la imagen. Por diferentes razones, que tienen que ver en gran parte con cómo el cerebro percibe las imágenes, el centro crea una sensación de aburrimiento y desinterés que queremos evitar a toda costa.
Puede que haya quien crea que en el centro todo queda más bonito. Tiene derecho a pensar así. Pero debe saber que para la inmensa mayoría de los fotógrafos, una composición centrada mata a la fotografía.
Y como todas las reglas de fotografía, se puede romper siempre que se crea necesario. Existen casos en los que la naturaleza del motivo principal de nuestra imagen no nos permite huir de una composición centrada.
Si no colocamos el motivo principal en el centro, ¿adónde lo enviamos? La próxima semana comenzaremos a hablar de la celebérrima regla de los tercios.