Violencia y comparaciones inaceptables

Nuestro texto más reciente sobre el tema: violencia contra turistas en Brasil: reflexiones
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roto / broken

La ministra brasileña de turismo, Marta Suplicy, no se limitó la semana pasada a hablar sobre el caos aéreo en Brasil (ver Caos aéreo: alarmante). Tuvo tiempo también de hacer unas declaraciones infumables sobre la violencia en Brasil que causaron perplejidad entre los que la oyeron.

En su esperpéntica actuación, Suplicy soltó que «Brasil no es un país más violento que los demás», y para fundar sólidamente su argumentación citó que «Un brasileño murió en el metro de Londres«. No contenta con eso, sugirió que España, después de los atentados de Madrid, no puede ser considerada un destino más seguro que Brasil.

La dimensión del problema de la violencia en Brasil es tan grande, y la desesperación de las autoridades brasileñas por minimizarlo, cuando no ocultarlo, es tal, que lleva a decir sandeces como las proferidas por la ministra. Lo hace justo cuando acaba de salir un nuevo informe sobre violencia en Brasil (podéis bajar el PDF aquí), con cifras de 2007, año en el cual las autoridades registran que murieron asesinadas en Brasil 46.660 personas.

Estamos hablando de cifras oficiales. Porque la realidad puede ser increíblemente más preocupante, como lo pone de manifiesto, por ejemplo, el valiente trabajo hecho por los blogueros de PE Body Count, que están descubriendo que las cifras de homicidios oficiales de Pernambuco son siempre mucho menores que las comprobadas a través de otras fuentes.

Confirmando este maquillaje deliberado de las cifras de asesinatos, un reportaje de la Folha de São Paulo del 3 de febrero de 2008 (disponible solo para suscriptores) en el que se desvela la estrategia utilizada por las diferentes policías brasileñas para falsear las estadísticas de homicidios. Básicamente, muchos asesinatos reciben la descripción de «muerte indeterminada», y así no pasan a contar como homicidios. En São Paulo, en 2005, hubo un 17,25% de «muertes indeterminadas» del total de muertes registradas en el año. De ser contabilizadas como homicidios, veríamos que en vez de estar disminuyendo la violencia, como afirman las autoridades, está aumentando. Manipulación gravísima de una realidad crítica.

Pero volvamos a la ministra, vamos a ver si su comparación -usando las cifras oficiales, que reflejan una realidad edulcorada- procede. La tasa brasileña es de 25 homicidios por 100.000 habitantes. La de Argentina, en comparación, es de 6,8 por 100.00 habitantes, y la de España de 3,3, lo que la convertiría en el país más peligroso de la Unión Europea, donde la media es de 1,7.

En Madrid, lugar que muchos -entre los que me encuentro- no describirían como una ciudad completamente segura, hubo 59 asesinatos en 2006. En Recife, la ciudad más violenta de Brasil, en ese mismo periodo, las cifras oficiales dicen que hubo 1.375 asesinatos. En Río de Janeiro, principal destino turístico, 2.273 asesinatos. ¿Cómo se pueden hacer comparaciones? ¿A quién quieren engañar? ¿No tienen nada mejor que ofrecer? ¿Qué tal trabajar para conseguir un país más justo y dar más seguridad a los que vivimos en Brasil y a los que vienen a visitar el país? Lo dejo porque entramos en el terreno de la política, y ahí nos topamos con una de las clases políticas más execrables del planeta Tierra. La ministra de Turismo es un bello ejemplar de esa raza.

[El problema de la violencia en Brasil es bien actual: El carnaval de Río es el más violento de los últimos años: hubo 80 crímenes en 18 horas]

8 comentarios en “Violencia y comparaciones inaceptables”

  1. Dios, ¡esto es increíble, increíble! En Brasil los ministros y el presidente compiten a ver quien dice más, perdona la palabra, gilipollez. Lo malo es que luego escuchas a muchos brasileños repitiendo sus «perlas» en la calle.
    La mejor forma de resolver un problema es engañar a la gente haciéndola pensar que el problema no existe.

  2. Thathy, el discurso político brasileño es tan zafio que muchas veces uno duda que se pueda caer más bajo. Pero siempre llega alguien que te sorprende y te demuestra que sí.

  3. Pablo, por si fuera poco, esa cifra no incluye las más de 1.200 personas (cifras parciales) que murieron en enfrentamientos con la policía de Río. Es alucinante.

  4. Pues yo la verdad, que quereis que os diga… He viajado durante años por muchos países y entre ellos, países de los calificados como peligrosos y hasta la fecha, nada de nada. He estado muchas veces Brasil (Natal, Joao Pessoa, Rio, Sao Paulo, Recife, Fortaleza), Venezuela (Caracas),Liberia, Nigeria etc. Creo que si vas por el mundo y aplicas lo que te marca el sentido comúm según la percepción del riesgo que cada país pueda tener, es difícil (que no imposible) que te ocurra nada. Ahora bien, a veces hablo con gente que te explica cosas que lo que le extraña a uno es que hayan podido volver. Entonces ya sabeis: cautela, y sentido común…

  5. Hasta en el lugar más violento del mundo, la violencia únicamente afecta directamente a una ínfima proporción de la población. Las tasas de homicidio se cuentan en decenas por cada 100.000 habitantes. De cada 100.000 personas de un lugar, solo unas pocas decenas sufrirán la violencia. A la inmensa mayoría de las personas no les pasa nada. El impacto de la violencia en el turista, que pasa una pequeña cantidad de tiempo en el lugar que visita, es todavía menor. Por esa razón, las experiencias personales no son más que eso, y a partir de ellas no se deben construir teorías generales. Yo conduje durante 20 años de mi vida en España, nunca sufrí un accidente – toco madera – y no se me ocurre decir que el conductor español es un dechado de virtudes y las carreteras de mi país absolutamente seguras.
    Para realizar un análisis objetivo hay que recurrir inevitablemente a las cifras, a pesar de sus limitaciones. Y estas muestran, sin dejar lugar al más mínimo resquicio de duda, que ser turista en Brasil es una actividad que conlleva un riesgo mucho mayor que hacerlo en la mayoría de los países del mundo. Una docena de turistas asesinados en lo que va de año y centenares asaltados que lo digan. Cuando una asociación de hoteleros pone el grito en el cielo y exige al gobierno de un estado que ponga una solución de una vez a la violencia contra los turistas, porque se están cargando la viabilidad de ese destino turístico, uno sabe que la cosa está realmente fea.

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