Me atrevería a afirmar que el restaurante da Luzia es un lugar sin igual en todo Brasil. A continuación entenderéis el porqué. Llegar a Luzia es una aventura viajera, y tanto. La parte más fácil del trayecto es llegar a São Luís do Maranhão, tres o cuatro horas de avión dependiendo de que otra parte de Brasil vengáis. En São Luís os subiréis en un autobús que en cuatro horas de viaje os dejará en Barreirinhas. Ahí os subiréis al barco de línea que baja por el río Preguiças y que después de cinco horas de navegación os dejará en Atins. En Atins, finalmente, os bañaréis en protector solar, os enfundaréis un buen gorro, y después de dos horas caminando por la arena llegaréis a una cabaña aislada en el medio de las dunas con un discreto cartel en la puerta en el que se lee «Restaurante da Luzia».
Luzia vive con su marido e hijos en una cabaña situada dentro del Parque Nacional de los Lençóis. Cuando el parque fue creado, Luzia ya vivía ahí. Ahora las autoridades quieren echarla del lugar. En su casa no hay ni electricidad ni agua corriente. El comedor son unas mesas de madera. Un día decidió cocinar para un turista perdido que pasaba por el lugar. Fue un éxito. Desde entonces, sus gambas/camarones son un imán poderoso que atrae a muchos que se acercan por esa remota región.Cualquier descripción sobre las delicias culinarias que prepara Luzia se quedaría corta. Por eso no voy a intentarlo. Solo le puedo hacer justicia recomendandoos encarecidamente que os acerquéis hasta su restaurante. Podéis llegar por la mañana, hacer reserva (son solo tres mesas, y hay que avisar que os vais a acercar a comer para que pueda preparar los manjares), y mientras ella cocina, os podéis acercar a las dunas del Parque Nacional que están a 500 metros de su casa.
Ah, Luzia alquila habitaciones. Y alquila hamacas también. No esperéis ningún lujo, porque no lo encontraréis. Pero Luzia ofrece el alojamiento más barato que os vais a encontrar en Brasil: hace un par de años cobraba R$5 por dormir en una hamaca. En un lugar privilegiado, remoto, único, maravilloso. Aquí queda el consejo.
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Conocí lo de Luzia en el año 2007,enero;fui con mi esposa y mis hijos que entonces tenian 10 y 4 años;llegamos luego de una caminata de 1 hora desde la playa que da al mar(Canto dos lencois) adonde habiamos llegado en jangada desde Caburè y el Farol de Mandacarú,a lo largo del rio y luego del mar;es rùstica,pero tan buena gente que te ofrece todo lo que tiene,que juramos volver,y este año iremos nuevamente;mis hijos son quienes mas insisten,el menor de ellos jugaba con unos cabritos,y el mayor montaba a caballo;con esto quiero homenajear a Lucia y su familia,diciéndoles a todos que a pesar de lo rústico del lugar,da para ir con chicos;es muy posible que vuelva este año,así que quienes lean mi opinion me podrán encontrar alla
Eduardo, qué gente buena Luzia y su familia. Parece que ha habido una pequeña revolución en el remoto Canto de Atins y un familiar de Luzia ha aprovechado la fama de esta para abrir un restaurante igualmente modesto justo al lado del de Luzia. Un saludo.
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